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«Los kurdos ya hemos sufrido demasiado y no estamos dispuestos a perder Kirkuk»

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Leyla HASSAN I Parlamentaria kurda por Kirkuk

Parlamentaria por Kirkuk en la cámara de Bagdad, Leyla Hassan comparte con GARA su visión sobre una de las asignaturas eternamente pendientes del Irak post-Saddam. «Nuestra prioridad principal es garantizar la seguridad de nuestro pueblo», dice esta mujer nacida en un lugar cuyo futuro ha de marcar el de Irak, y el de todo Oriente Medio.

Karlos ZURUTUZA |

Mejor ir con tiempo si a uno se le cita en la «zona verde». Acceder al bastión de los que mandan en Irak supone ser cacheado y registrado concienzudamente unas diez veces mientras el equipo fotográfico es olisqueado por pastores alemanes. Sorprendentemente, los responsables de gestionar este escrupuloso filtro de seguridad son peshmergas (soldados kurdos). Y es que nadie se fía de nadie en Irak, especialmente los árabes suníes de los chiíes (y viceversa).

Leyla Hassan también es kurda, y de Kirkuk para más señas. Hablamos con ella de esa ciudad que descansa sobre una de las mayores bolsas de petróleo de Oriente Medio y que reclaman kurdos, pero también árabes y turcomanos. El camino hacia la paz en Irak es largo e intrincado. Y no hay atajos para atravesar Kirkuk

¿Es realmente tan difícil la convivencia en Kirkuk?

Los kurdos hemos convivido en paz con árabes, turcomanos y cristianos durante siglos en Kirkuk. Una visita al bazar principal es suficiente para darse cuenta de que la gente se mezcla despreocupadamente, independientemente de la etnia a la que pertenezca. La tensión política que vivimos no es representativa del sentir general de pueblo.

Sin embargo, Kirkuk sigue siendo una de las ciudades más castigadas por la violencia del país, ¿no es así?

Desgraciadamente, a menudo son las propias formaciones políticas las culpables de alimentar esa tensión. Muchas de ellas tienen agendas que se escriben fuera de Kirkuk, ya sea en Erbil (capital de la Región Autónoma Kurda), Bagdad o Ankara. Yo pertenezco a la Hermandad de Kirkuk, una formación independiente de la provincia. Defendemos los intereses de los ciudadanos, no los de entidades políticas ajenas a sus necesidades. Conseguimos 26 de los 41 asientos en la elecciones provinciales y el gobernador local hoy pertenece a nuestra lista.

¿Cuál es el problema?

Es muy difícil llegar a un consenso si la gente ni siquiera se niega a participar o negociar. En 2009 creamos la «Comisión del Artículo 23» para impulsar el reparto de poder entre las principales formaciones políticas de Kirkuk. Entre otros puntos, ofrecimos la presidencia de la cámara de Kirkuk a otra coalición así como un reparto equitativo del Gobierno del 32% para kurdos, árabes y turcomanos y el 4% para los cristianos. Los kurdos somos mayoría y hemos lanzado una oferta generosa pero el resto de las coaliciones no han cumplido su parte. Muchas boicotean las elecciones porque saben que obtendrán unos resultados muy pobres. Ha ocurrido en Kirkuk pero también en otras zonas en litigio en Mosul y Diyala.

Árabes y turcomanos de Kirkuk se han manifestado recientemente contra el reciente despliegue de peshmergas en Kirkuk. ¿Es justificable su presencia en una región que, por el momento, queda fuera de los límites de la Región Autónoma Kurda?

Hay peshmergas en Kirkuk como también los hay en zonas de Diyala, Mosul, en la zona verde o incluso en aquellos barrios de Bagdad en los que hay una minoría suní en un barrio chií y viceversa. Irak está atravesando una situación de posguerra a la que se añaden los disturbios en las calles de todo el país durante las últimas semanas. Nuestra prioridad principal es garantizar la seguridad de nuestro pueblo.

Gozan ustedes de un enorme grado de autonomía a la vez que reciben una gran ayuda económica desde Bagdad. Asimismo, el presidente de Irak, Jalal Talabani, también es kurdo. ¿Se sienten realmente amenazados?

Saddam destruyó 4.000 de nuestras aldeas y aniquiló a decenas de miles de los nuestros con armas químicas. En el caso de Kirkuk, más de 200.000 kurdos fueron expulsados y reemplazados por árabes del sur del país. Hemos sufrido mucho y no estamos dispuestos a perder Kirkuk; no podemos perder más de lo que ya lo hemos hecho. Respecto a Jalal Talabani, él ha sido el primero en reclamar un cuarto vicepresidente turcomano para Irak (en estos momentos hay tres: kurdo, árabe chií y suní).

El referéndum de Kirkuk lleva aplazándose desde 2007. ¿en qué punto nos encontramos hoy?

Para llevar a cabo cualquier consulta es imprescindible elaborar un censo de la población antes de la misma. Las campañas de arabización de Saddam Hussein pasaron por un «intercambio» entre familias árabes traídas del sur del país y kurdas que eran expulsadas de sus casas. A los árabes de Kirkuk que llegaron durante el anterior régimen se les ofrece hoy 20 millones de dinares iraquíes (12.000 euros) para volver a sus regiones de origen. Quiero insistir en que únicamente abandonarán Kirkuk las familias que así lo deseen, en ningún caso se está obligando a nadie a marcharse. De idéntica manera, se está facilitando el retorno de aquellas familias kurdas que fueron expulsadas por Saddam. Una vez acabado este proceso se elaborará un censo pero desgraciadamente, todo se está ralentizando. Por un lado está la oposición de las coaliciones no kurdas implicadas unida a la injerencia de agentes extranjeros. Por otra, la burocracia estatal está obstaculizando deliberadamente el proceso convirtiendo en una pesadilla la transferencia de los permisos de residencia, tanto de las familias que han expresado su deseo de volver a Kirkuk como los de las que vuelven al sur del país.

¿En qué términos se planteará la consulta?

El día en el que los kirkukíes puedan votar libremente podrán hacerlo entre integrar su provincia en la Región Autónoma Kurda; constituirse en una región autónoma más de Irak o continuar como una provincia bajo la jurisdicción de Bagdad.

¿Cuál es, en su opinión, la opción más beneficiosa para su pueblo?

Como representante en el Parlamento de los kirkukíes, creo que la mejor opción será la que decida mi pueblo en una consulta libre. Pero como kurda de Kirkuk, creo que la integración en la Región Autónoma Kurda será beneficiosa para todos. Piense usted que ya hay gran cantidad de árabes, cristianos y turcomanos viviendo en Erbil (capital administrativa kurda) y otras localidades. Disfrutan de una estabilidad de la que carece el resto del país. Incluso Massud Barzani (presidente de la Región Autónoma Kurda) ha sugerido ceder la vicepresidencia de la región a los turcomanos.

Hablando de estabilidad, ¿cree usted factible la retirada de las últimas tropas americanas anunciada para finales de este año?

Washington ha dado su palabra pero, personalmente, no creo que lo hagan. Se acabará negociando con la autoridades locales para alargar su permanencia en el país. Tienen muchas razones para quedarse y no todas hay que buscarlas en Irak. Piense usted en los últimos acontecimientos en Túnez, Egipto, Libia, Siria... Estados Unidos se está viendo obligado a actualizar su hoja de ruta para Oriente Medio casi a diario. Cualquier retroceso en Irak afectará negativamente a la paz en toda la región.

Una única consulta pero muchos intereses

Según recoge el Artículo 140 de la Constitución iraquí de 2005, el futuro estatus de Kirkuk y el de aquellas localidades de mayoría kurda en las provincias de Diyala, Salahadin y Nínive está sujeto a una consulta popular para la que todavía no hay fecha.

El plebiscito estaba convocado inicialmente para el 15 de noviembre de 2007 pero fue aplazado hasta el 31 de diciembre y, posteriormente, hasta junio de 2008. La Alianza Kurda (coalición que engloba a los dos principales partidos kurdos) subrayó entonces que el retraso se debía a «problemas técnicos más que políticos». La última fecha en el calendario fue diciembre de 2008 pero la consulta se volvió a posponer ante la cercanía de las elecciones regionales previstas para enero de 2009.

El Artículo 140 contempla medidas para invertir las campañas de arabización de la provincia impulsadas durante décadas por la administración de Saddam Hussein. Hasta el momento, miles de kurdos han regresado a su provincia natal tras la invasión del país en 2003 pero el número de familias árabes que han abandonado la provincia es mucho menor.

Las enorme reservas de petróleo bajo el subsuelo de Kirkuk plantean una controversia en la que se funden intereses tanto locales como supranacionales. Mientras turcomanos y árabes, tanto chiíes como suníes, parecen interesados en aplazar el plebiscito ad eternam, el presidente de la Región Autónoma Kurda, Massud Barzani, ha llegado a advertir de que un bloqueo del mismo puede provocar una guerra civil.

Ya fuera de las fronteras de Irak, Ankara se ha opuesto firmemente a la celebración del referéndum. La administración turca asegura defender los intereses de la significativa población turcomana de Kirkuk. No obstante, diversos analistas coinciden en que Turquía teme que una reserva de hidrocarburos de ese tamaño haga despegar la economía de su vecino kurdo provocando mayor inestabilidad entre los miembros de esta etnia dentro de sus fronteras (unos 20 millones).

Estados Unidos también ha abogado por un aplazamiento de la consulta. Según Washington, la celebración de la misma podría degenerar en un aumento significativo de la inestabilidad en el país en un momento en el que repliega sus tropas en el país.

Otro actores extranjeros son Irán y Arabia Saudí. Teherán se pronunció a favor de un aplazamiento de dos años en noviembre de 2007 «por razones políticas». Muchos ven en esta actitud un temor a que la provincia quede fuera de la administración mayoritariamente chií de Bagdad sobre la que, supuestamente, la influencia del vecino persa es cada vez mayor.

Por otra parte, Arabia Saudí habría ofrecido 2 billones de dólares a los líderes kurdos en 2007 con el objetivo de conseguir un aplazamiento de diez años. Un gesto aparentemente dirigido a la comunidad árabe de Kirkuk, pero tras el que se adivina un intento de ralentizar la carrera de los kurdos hacia el mercado de los hidrocarburos.

Así las cosas, los kurdos parecen ser los únicos interesados en la celebración de un referéndum cuyos resultados podrían sacudir, aún más, los cimientos de Oriente Medio. K. Z.

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