GARA > Idatzia > Kultura

«No tengas miedo» es una consigna para superar los abusos

Montxo Armendáriz ha rodado en su mayor parte en Iruñea su noveno largometraje, en el que trata el tema de los abusos a menores huyendo de cualquier tentación sensacionalista. Michelle Jenner cambia a un registro intimista para sacar fuera un trauma familiar oculto desde la niñez.

p046_f01_97x188.jpg

Mikel INSAUSTI |

Han pasado seis años desde el estreno en el Zinemaldia donostiarra de «Obaba», la anterior realización de Montxo Armendáriz. La razón para tanto tiempo transcurrido hay que buscarla en la preparación que necesitaba «No tengas miedo», una película que ha exigido un trabajo de campo previo. Ha sido así, porque el cineasta navarro ha partido para escribir el guión de una completa casuística, estudiando a pacientes con traumas de infancia provocados por los abusos que se han tenido que someter a un tratamiento psicológico o a determinadas terapias. Una de ellas es el E.M.D.R., un método consistente en una estimulación bilateral de las dos partes del cerebro mediante el movimiento de ojos, a través de la que se provoca una desensibilización y reprocesamiento de esas experiencias traumáticas para hacer desaparecer sus síntomas.

En la película, la actriz Cristina Plazas interpreta a una psicóloga que pone en práctica el método, a la vez que durante el metraje se intercalan en la ficción testimonios reales que dan cobertura documental a la historia tipo de la joven protagonista. Lo delicado de trabajar con un material tan sensible afectó directamente a Montxo Armendáriz, quien en más de una ocasión estuvo apunto de abandonar el proyecto, sobre todo cuando dicha labor de recopilación informativa se prolongó durante más de un año.

El reparto estelar también tuvo que pasar después por ese mismo doloroso proceso, pues no es fácil meterse en la piel de unos personajes que viven una realidad angustiosa. Tuvieron que profundizar en las zonas oscuras, las que se ocultan a lo largo de los años, pero terminan saliendo al exterior con el consiguiente impacto emocional. En especial Lluís Homar, forzado a comprender el comportamiento de un hombre capaz de tomar a su propia hija pequeña por una posesión, por un objeto sexual sin voluntad ni libertad para decidir por si misma ante una situación inexplicable a tan corta edad.

El retrato del monstruo encarnado por Lluís Homar está visto desde los ojos de la protagónica Michelle Jenner, una chica que a los 25 años lucha por romper las cadenas que la ligan a un pasado traumático. Está sola, ya que su madre es una cómplice silenciosa de lo que ocurrió, al negarse a aceptar los hechos y preferir pensar que son fruto de la imaginación calenturienta de una niña. Belén Rueda sabe trabajar con la mirada, cualidad que le viene muy bien en su rol materno distante. El lugar de proximidad lo ocupa la amiga de toda la vida, a quien personifica Nuria Gago. Sin embargo, no se da cuenta del problema que esconde su compañera, ni tampoco en sus interpretaciones musicales a dúo. La una toca una partitura al piano y la otra, ausente, se pasa a otra distinta con su chelo.

A la espalda

Por cierto, hay unos planos muy significativos en los que Michelle Jenner lleva a la espalda el aparatoso violoncelo dentro de su estuche, simbolizando la pesada carga que ha de soportar. Todo está expresado por medio de este tipo de detalles sutiles, dentro de una narración en la que los mínimos gestos y los silencios son los que cuentan, los que revelan aquellos sentimientos que permanecen anestesiados.

Montxo Armendáriz se ha decantado por la sobriedad expositiva, evitando los diálogos recargados o las grandes frases, para así primar la pura observación. Tampoco hay una planificación convencional, sustituida por el uso del plano-secuencia que sirve para seguir a la protagonista en sus movimientos cámara en mano. Una opción que da al relato una fluidez, sin que la estructuración en tres etapas de la vida de Silvia (infancia, adolescencia y presente) suponga una complicación añadida para el espectador. Es una lección de sencillez y de aplicación de un lenguaje transparente a un tema oscuro que no es nada fácil de exponer.

El cine reposado y meditado de Montxo Armendáriz

Montxo Armendáriz ha realizado nueve largometrajes en 27 años, lo que da una idea de su forma tranquila de trabajar, preparando con paciencia y a fondo cada uno de sus rodajes. Siempre ha hecho un cine muy madurado, y el hecho de empezar a dirigir con 35 años le pudo curar de las urgencias propias del novel.

Las decisiones meditadas ayudan también a completar una obra sólida, manteniendo siempre un alto nivel de exigencia. Ahora bien, esa calma interior le ha llevado a dominar mejor el tempo narrativo de las historias ambientadas en el medio rural, mientras que en las urbanas no ha terminado de encontrar su sitio. «Tasio», «Secretos del corazón», «Silencio roto» y «Obaba» son los títulos que mejor definen su estilo poético en complicidad con los paisajes de su tierra.

Su concepto de ciudad ha de ser forzosamente más cercano al de una localidad tan habitable como Iruñea, en la que los agobios y el estrés no forman parte de su sencillo día a día. El rodar «No tengas miedo» en la capital navarra ha sido la mejor de las elecciones posibles, porque la amplitud de sus calles y avenidas permiten seguir a los personajes con la cámara largamente sin agotar el campo de visión. Además, es un entorno que permite mantener el tono sobrio y sin estridencias que quería para la película, en la necesidad de tocar asuntos muy sensibles sin excesivo ruido de fondo. Y, salvo durante la segunda semana de julio, el resto del año se dan en Iruñea esas condiciones óptimas para contar las cosas en voz baja y reconocer a las personas a distancia. M.I.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo