Golpe a Al-Qaeda
Batalla ganada en una guerra perdida
Puede que la muerte de BIn Laden sea el único tanto, la única batalla ganada por Washington en una guerra que dura ya más de una década.
Karlos ZURUTUZA Periodista
Se barajaban principalmente dos hipótesis: que Bin Laden hubiera muerto hace años víctima de un envenenamiento o bombardeo, o que estuviera refugiado en algún inexpugnable agujero de la frontera entre Pakistán y Afganistán. Al final resulta que el saudí rezaba hacia la Meca rodeado de militares pakistaníes desde un barrio residencial.
Por enésima vez, se vuelve a confirmar lo que era vox populi desde hace tiempo: que el Ejército y los servicios pakistaníes se han merendado los miles de millones de dólares USA destinados a «desarrollo» para cumplir con su propia agenda: evitar a toda costa un Gobierno títere de EEUU en Kabul, que bastante tienen ya con el de la vecina y archienemiga India.
Pero Obama no puede permitirse el lujo de recriminarle a Islamabad el haber hospedado a Bin Laden; es más, incluso le agradece la colaboración en su captura. Y es que Obama tendrá que aguantar tantas puñaladas como hagan falta porque necesita a Pakistán para solucionar su mayor problema en el ámbito internacional.
¿Se acuerda alguien de la guerra de Afganistán? ¿Aquella que empezó «porque el mulá Omar no quiso entregar a su suegro y protegido, Osama Bin Laden»?
Se nos empezó a olvidar con la invasión de Irak (recordemos: «armas de destrucción masiva», «nido de Al-Qaeda»...) dos años más tarde. Luego desapareció prácticamente del radar mediático para recuperar protagonismo de nuevo cuando las tácticas empleadas en Irak comenzaron a dar sus frutos en el Golfo. Sin embargo, incrementar el número de tropas extranjeras y armar a milicias locales no produce los mismos efectos en el país centroasiático; recuperamos, pues, el «apagón» informativo porque, tras más de diez años de ocupación militar, el resultado es que las tropas extranjeras controlan el espacio aéreo y la oposición, las carreteras. En definitiva: «tablas», «empate técnico», «estancamiento»...
La clave ha sido siempre el tiempo: mientras a unos se les acaba, para otros la guerra no ha hecho más que empezar. El anunciado «repliegue progresivo» de las tropas de EEUU en Afganistán comenzaría el próximo mes de julio para terminar cediendo definitivamente el control de la guerra a los afganos en 2014. Quedan tres años para conseguir que un Ejército formado por analfabetos mal alimentados y peor equipados logre lo que la mayor maquinaria militar del mundo no ha logrado en diez.
Washington quiere irse ya y desespera por negociar con la oposición un Gobierno conjunto, cualquiera que sea. Esa sería su única baza para poder retirarse con una «misión cumplida» ante su electorado. Obama necesita a Pakistán para convencer a Omar, a los Haqqani y al resto de los líderes talibanes que Islamabad ha entrenado y financiado (probablemente con dinero de EEUU) de que se sienten en una mesa de negociaciones. Pero la oposición afgana no tiene prisa y, cada vez, menos ganas. Hay tiempo.
Así las cosas, puede que la muerte de Bin Laden sea el único tanto, la única batalla ganada por Washington en una guerra que dura ya más de una década. El día que se vayan definitivamente puede que oigamos cosas como: «vale, no hay democracia en Afganistán pero matamos a Bin Laden, ¿no?».