Txisko Fernández | Periodista
El 22-M ya es prácticamente ayer
Apenas quedan ya quince noches para vivir otra larga e intensa jornada electoral. Pero, al contrario de lo que sucede en otros puntos del planeta, en Euskal Herria no tiene fundamento apelar al «día de la marmota» para rescatar tópicos sobre la visita habitual a las urnas. Aquí rara vez se repiten las circunstancias que rodean a los comicios allí donde realmente éstos tienen lugar de forma normalizada. Muchos ya no nos acordamos de esa «normalidad» y otros tantos ni siquiera han llegado a conocerla.
No voy a extenderme sobre lo especial que resultará la jornada del 22 de mayo, ni la resaca del día siguiente, en los cuatro herrialdes del sur. A estas alturas, cada cual ya habrá asimilado lo sucedido en la primera noche electoral, la larga noche del pasado jueves.
Lo que me pareció llamativo fue que el viernes hubiera formaciones políticas que -tras celebrar que pueda concurrir en igualdad de condiciones a la pugna política- no perdieron el tiempo en reclamar directamente a Bildu que entre ya en los temas «puramente» electorales, que tome parte en la confrontación de programas municipales y forales, que explique a la ciudadanía qué es lo que propone para cada pueblo o ciudad y para cada herrialde. ¡Cómo si no fuera ése, precisamente, el objetivo con el que nació esta coalición!
Además, me asombra en cierta medida que el resto de formaciones caigan en esa estrategia porque, a mi entender, es ahí donde más tienen que perder. Por un lado, porque lo que ya conoce la ciudadanía son las recetas de quienes han gestionado durante los últimos años ayuntamientos e instituciones forales. ¿O es que, acaso, Buen, Zabaleta, Olano, Lazcoz o Barcina tienen algo nuevo dentro de sus chisteras con lo que encandilar al electorado? Por otro, porque Bildu sí tiene un proyecto ilusionante, un proyecto de país, un proyecto de largo recorrido que no concluye el 22-M.
Y aunque la campaña no ha hecho más que empezar, no vamos a ser tan ingenuos de creer que en dos semanas se puede convencer a las mujeres y hombres de este país de que se adhieran a una opción política u a otra en función de un folleto repleto de promesas. Hay quien lleva muchos años forjando un futuro que cada vez está más cerca, y el 22-M ya es casi ayer.