Raimundo Fitero
Arrabal
Si no lo vieron en directo, ni en la sección «en capítulos anteriores» de «El intermedio», busquen por las plataformas que usen la entrevista de Usun Yoon con Fernando Arrabal, porque estamos ante uno de los monumentos a la entrevista surrealista, quizás si apurásemos un poco más la agudeza visual encontrásemos uno de esos pasajes televisivos en los que la varita del zahorí comunicólogo se pone a temblar y empinarse porque es probable que haya dado con un yacimiento de frikismo.
El dramaturgo, novelista, periodista y ajedrecista Fernando Arrabal es uno de esos animales televisivos que convierte cualquier aparición en un acontecimiento. Youtube tiene secciones dedicadas a su pasado remoto, pero sigue siendo alguien que en cuanto huele una cámara se transforma, aparece su personaje, ese Arrabal ocurrente y sedicente que es capaz de hablar con imprudencia y sin respirar o callar con actitud mortuoria. Yo diría que se trata de un arte innato. Se tiene esa capacidad de controlar tiempos, miradas, sonrisas, fraseología rimbombante, caricias y arañazos, o se cae en el ridículo. Y Arrabal mantiene un delicado equilibrio en esa fina cuerda floja. La lucidez teñida de actitud desabrida.
Frente a Fernando Arrabal, la siempre inquietante Usun Yoon, se convirtió en víctima. El artista la superó por todos los flancos. Sus fichas del guión se incendiaban y combustían por el fogonazo de un silencio, en la chispa de un piropo, o por la potencia calórica de una frase que desmontaba toda la estrategia. Incluso en algunos momentos sintió la actriz coreana el valor de un espejo deformante donde se reflejaba ella misma ante decenas de entrevistados sometidos a su técnica de despiste y actitud friki. El esperpento utilizado como vacuna ante una propuesta de entrevista basada también en la paradoja. De tal manera que estuvo al borde del auténtico ataque de nervios. Sus lloros sobreactuados, eran una buena escapatoria. Sufrió para proporcionarnos unos buenos diez minutos de televisión estática. Cuando está así, nos parece muy bien Arrabal. Es nuestro Arrabal. El Arrabal que nos gusta: brillante, borde, cariñoso, amigo y odioso indiferente todo en uno y a la vez.