Mertxe AIZPURUA | Periodista
Operación Gerónimo
Ya no visten armaduras de hierro ni necesariamente tienen la piel blanca. No hay corneta al frente del galope ni entre la polvareda se avistan uniformes azules con raya amarilla. Hoy no entablan batallas heróicas sino raids diseñados tecnológicamente en modernas oficinas. Llevan trajes impecables, zapatos de brillo encharolado o ropas de camuflaje sin signo de barro. No son los mismos y, sin embargo, dentro de ellos bulle la misma mente de conquistador que guió las operaciones de exterminio de los indios, los primigenios, los únicos pueblos originarios de las praderas de América. No son los mismos, pero es la misma mente perversa la que arrasó a sus indígenas, y el mismo espíritu colonial el que se ha propuesto redimir el mundo a su manera. Ninguna elección de nombre es gratuita. Mucho menos la que sirve para una operación destinada a liquidar al enemigo número uno del Gobierno de los Estados Unidos, al personaje más odiado por esa nueva y antigua comunidad de conquistadores. Utilizaron el nombre de Gerónimo -digno e indómito jefe apache- y, sin quererlo, proyectaron así la característica más abyecta de una comunidad hecha, quizá deshecha, de blancos, negros y mestizos: la de mancillar y renegar del auténtico origen de su país, que es lo peor de lo que un ser humano y un pueblo pueden renegar. Para perseguir al criminal, asimilaron a Bin Laden con el más genuino de los héroes americanos, lo que demuestra que quien defiende su tierra y su gente, como hizo Gerónimo, es el considerado enemigo a batir. La infamia nunca aprende de su historia. Y acaba de reabrir un nuevo episodio en la batalla de Little Big Horn.