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Victoria rojiblanca en San Mamés

La goleada se redujo al alivio

El Athletic se reencuentra con el triunfo en un partido que se le pudo escapar pese a haber acumulado tres goles de ventaja.

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ATHLETIC 3
LEVANTE 2
 
Amaia U. LASAGABASTER

Es lo que tiene la irregularidad. Que se sufre pero que, con más o menos asiduidad, las alegrías -o quizá sea más apropiado decir los alivios- también están aseguradas. Y como, siguiendo la tónica de las últimas semanas -tres victorias y tres derrotas en seis jornadas-, el Athletic se había llevado una de arena, y de las gordas, en Cornellà, ayer le tocaba resarcirse. O en eso tocaba confiar, al menos.

Por suerte, y por los pelos, se cumplió. Aunque fuese con uno de esos partidos de «clasificación, amigo» -lo que va a dar de sí la frasecita de Joaquín Caparrós-. Lo máximo, por otra parte, a lo que parece capaz de aspirar ahora mismo el equipo bilbaino, cuya imagen sigue muy alejada de la que despertó todo tipo de ambiciones mediado el curso. Tampoco está tan mal, en realidad, a estas alturas de la temporada. Con sólo tres jornadas por delante y la clasificación apretadísima, la importancia del fondo sobre la forma se multiplica. Y como el aficionado rojiblanco tampoco está especialmente acostumbrado a las exquisiteces, las discusiones pueden quedar aplazadas esta semana, con un triunfo que, a fin de cuentas, refuerza la situación clasificatoria del equipo.

Y que se agradece especialmente. Nunca se sabe lo que puede dar de sí un partido, ni la oposición que puede presentar un rival. Pero, en teoría, si doblegar a un Levante que demostró no tener nada en juego costó un potosí, qué no se puede esperar de los tres próximos adversarios del Athletic -Deportivo, Málaga y Racing-, que se juegan la vida en sus envites. El triunfo ante los granotas no va a restar dificultad a esos partidos, pero al menos permitirá al equipo de Caparrós encararlos con mayor soltura.

El encuentro de ayer es un buen ejemplo de lo que podría haber supuesto un nuevo tropiezo en el futuro inmediato de los bilbainos. Con el recuerdo de lo sucedido en Cornellà aguijoneando junto a la reducción del margen de error a la mínima expresión, la falta de chispa que lastra al equipo desde hace ya algún tiempo se hizo aún más evidente. Tras el experimento del pasado lunes, Joaquín Caparrós recuperó dibujo y once de corte clásico. Lamentablemente, el inicio del encuentro no recordó tanto a los que se han vivido durante buena parte de la temporada en San Mamés.

Hora de la siesta

La temperatura y el rival invitaban al sopor y el Athletic no se resistió. Así que, exceptuando los chisporrotazos de Iker Muniain, la primera media hora discurrió sin sobresaltos. Ni para bien ni para mal.

Fue el propio jugador navarro uno de los encargados de encarrilar el choque, con un gran servicio que permitió a Gaizka Toquero celebrar su centenario rojiblanco adelantando al Athletic en el marcador. Ante unos rivales cuya máxima aspiración debería pasar ahora mismo por alcanzar cuanto antes las vacaciones de verano, la cosa parecía hecha. Más aún cuando, a los veinte segundos de la reanudación, Ramírez Domínguez pitó uno de esos penaltis que a Llorente nunca le regalan. Entre otras cosas porque es probable que no existiera.

David López anotó el segundo y, ante un Levante definitivamente resignado -o eso parecía-, los rojiblancos se dispusieron a disfrutar de la tarde por primera vez en mucho tiempo. Los de la grada y los del césped, que ofrecieron sus mejores minutos de los últimos tiempos. Con Muniain, David López y, sobre todo, Toquero, especialmente activos, las llegadas se sucedieron. E incluso llegó el tercero, esta vez con la firma de un Fernando Llorente que se hacía perdonar un par de inesperados errores previos.

Casi tan inexplicables como lo que estaba por venir. Porque cuando parecía que el partido ya sólo podía ofrecer un marcador aún más abultado, el Levante reapareció. Y su anfitrión se vino abajo. Y San Mamés sufrió de lo lindo. A un cuarto de hora del final, y un minuto después de que una mano milagrosa de Munúa evitara el cuarto, Stuani aprovechaba una contra de Jefferson Montero para recortar distancias. Lo que parecía una anécdota, un susto aislado, estuvo a punto de convertirse en una debacle. Porque a los bilbainos les entraron los nervios y ya no había pierna que despejara balones con acierto, ni cabeza capaz de serenar el juego en el centro del campo.

Qué decir cuando, en el 85, Nano aprovechaba los nervios locales en un saque de esquina para empujar el 3-2. Los corazones se aceleraron, los pesimistas se vinieron arriba y los cinco últimos minutos, con otro par de córners y subida de Munúa incluída, se vivieron con la amenaza del infarto. El suspiro de alivio final bien pudo provocar un terremoto en China.

 

«Me quedo con la victoria, el esfuerzo y la buena imagen durante media hora»

Se sufrió de lo lindo, pero Joaquín Caparrós estaba por la labor, más que nunca, de ver el vaso medio lleno. Pese a admitir que a su equipo se le había atragantado el final del encuentro, el utrerano prefirió quedarse con el reencuentro con la victoria, el esfuerzo que realizaron sus jugadores y la buena imagen que ofrecieron durante parte del segundo tiempo.

Y es que lo del sufrimiento lo da por descontado en un final de temporada que «tiene ese sino porque todos estamos muy justitos. Pero me quedo con la victoria y con que el equipo ha dado una buena imagen en esa media hora de la segunda parte en la que hemos jugado bien, hemos tenido ocasiones.... Ha sido una pena -admitió- que con el 3-0 no hayamos podido cerrar y, sobre todo, el gasto final, físico y mental, que nos ha supuesto eso y que teniendo un partido el martes teníamos que haber evitado. Pero tenemos tres puntos más, estamos ahí y tenemos que estar contentos con el esfuerzo de los futbolistas», insistió.

Y pensar que el encuentro frente al Levante pertenece ya a la historia. «Ahora toca desconectar de este partido y recuperarse, porque aquí no hay ningún tipo de tregua. Hay que preparar otra guerra que tenemos el martes en Riazor, ante un equipo difícil y en un campo que no se nos da bien».

En este sentido, Caparrós se refirió al futuro de la misma manera que lo había hecho la víspera: resaltando la importancia del próximo envite, pero sin olvidar el objetivo final. Que no es la clasificación europea, sino el quinto puesto. «Nosotros tenemos que aspirar a lo que matemáticamente podamos -aseguró-, así que ahora aspiramos al quinto puesto. Este equipo es ambicioso. Y no es fácil en esta Liga, con la igualdad que hay, pero se le van a sacar diez u once puntos al noveno clasificado. Creo que es para estar contento. Nuestra ambición es el partido más inmediato, que es el más importante. Pero nuestro objetivo es ése, lo máximo a lo que podamos aspirar matemáticamente. Y ahora podemos quedar quintos, así que a eso aspiramos», subrayó.

El técnico, por último, se mostró sorprendido ante la pregunta de un periodista que daba por seguro su fichaje por el Atlético de Madrid para la próxima temporada. «Es la primera noticia que tengo», aseguró.

A.U.L.

Toquero celebra con gol su partido centenario

Gaizka Toquero alcanzó ayer los cien partidos oficiales con el Athletic y lo celebró con su sexto gol de la temporada. El gasteiztarra, que cumplirá 27 años en agosto, debutó como rojiblanco el 4 de enero de 2009. Desde entonces ha disputado 78 partidos de Liga, 11 de Copa, 9 de Europa League y 2 de Supercopa, en los que ha anotado 17 goles.

Dedicatorias para Markel Susaeta y Asier del Horno

Hubo detalle de los jugadores rojiblancos con Markel Susaeta, que el pasado jueves sufrió un neumotórax mientras entrenaba en Lezama. Concretamente, fue Gaizka Toquero el que protagonizó el detalle, al coger la camiseta del eibarrés del banquillo para celebrar su gol. Los jugadores del Levante también se acordaron de Asier del Horno, que será operado en breve en Gasteiz de una lesión en el tendón de Aquiles, al saltar al campo con camisetas en las que se leía «Ánimo Asier».

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