ALPINISMO | Nueva vía
Apertura solitaria con filosofía de Hervé Barmasse en el Cervino
Siguiendo los pasos de Walter Bonatti, el alpinista italiano abrió durante el pasado mes de abril una nueva ruta en solitario en el Cervino (4.478 m). Concretamente asciende 700 nuevos metros en la cara sureste del Pico Muzio tras cuatro días de escalada.
Andoni ARABAOLAZA
Explorar nuevos terrenos verticales en los Alpes no es una cosa que esté de moda. Y menos si se hace siguiendo los pasos de uno de los iconos del alpinismo de todos los tiempos: Walter Bonatti. Pues bien, el italiano Hervé Barmasse, con un proyecto en forma de trilogía entre manos, ha querido conjugar esos dos aspectos para llevar a cabo su ultima actividad: la apertura de una nueva vía en solitario en el Cervino o Matterhorn.
«Siempre coherente con mis principios, me decanté por abrir una nueva vía en la que hasta el momento (debido a su verticalidad y mala calidad de su roca) todo el mundo pensaba que era imposible escalar. Solo un par de componentes del grupo de los Ragni di Lecco, Giusseppe Lanfranconi y Annibale Zucchi, se habían acercado a este muro.
Sin duda, un itinerario duro para la década de los 70. En los últimos años, en cambio, se ha visto modificada en parte por algunos desprendimientos que se han dado en su parte central.
Todas estas circunstancias hicieron aún más fascinante la idea de abrir una ruta en solitario». Esta es la introducción que Barmasse adelanta sobre el primero de los tres retos que tiene pensado hacer en los próximos meses en los Alpes.
El primero, el del Matterhorn, ya lo ha finiquitado. Como adelantábamos se trata de una nueva ruta en solitario en este cuatromil, lo que le convierte tras Bonatti en el segundo alpinista que abre vía en esta pirámide.
Concretamente, la apertura de la nueva línea se centra en la inescalada cara sureste del Pico Muzio (4.235 m), una «espalda» que se encuentra 200 metros por debajo de la cima del Cervino. Para llegar a pie de vía, el alpinista italiano escaló un expuesto corredor de 500 metros; y decimos expuesto, por las constantes caídas de piedras de la parte superior.
Una vez superado este tramo, Barmasse escaló 700 metros de roca vertical. Eso sí, de una malísima calidad: rota y podrida. Los últimos metros que le quedaron hasta la cima los siguió por vías preexistentes.
Cuatro días
Todo comenzó el pasado 8 de marzo con un primer intento que le llevó dos días. No tuvo nada de suerte con el tiempo y con las caídas de piedras, y se tuvo que dar media vuelta. Pero el reto seguía vivo, y volvió. Había pasado casi un mes, y Barmasse volvía a la faena. Tras cuatro días de escalada y tres vivacs, el italiano pisaba la cima del Matterhorn el 6 de abril.
Por filosofía y por experiencia, se decantó por una escalada en solitario: «Lo tenía claro. Solo Bonatti había abierto una vía en solitario en el Cervino. Una montaña famosa por su estética y por su mala calidad de la roca. Además, tras tantos años acumulando experiencia, tanto en el aspecto técnico como sicológico, creía que me he encontraba en un adecuado equilibrio para encarar este reto. Nadie se encontrará con los mismos problemas, tanto emocionales como técnicos. Ni tan siquiera ese probable repetidor en solitario, y es que sabe de antemano que alguien pasó por ahí. Y eso es una gran ventaja».
Como cabía esperar, escalar en ese muro vertical y con su característica mala roca, no fue un coser y cantar para el italiano. Además, a todo ello hay que añadir que Barmasse estuvo zarandeado por vientos superiores a los 60 km/h. Y también tuvo que soportar un intenso frío, aunque seco.
Una nueva ruta de 1.200 metros, incluyendo los 500 metros de canal, a la que por el momento Barmasse no le ha puesto nombre, ni «casi» graduación.
Sobre este último tema, el protagonista de la apertura afirma que le resulta muy difícil describir esta línea con números: «En el Cervino, la mayor dificultad es debida a la calidad de la roca, ya que a menudo es verdaderamente repugnante. Un factor que incide notablemente en la progresión, porque se escala siempre condicionado sicológicamente. En cada paso te haces la misma pregunta: ¿esta presa resistirá o se quedará en la mano? Además, cuando vas en solitario se escala con mucho material. Prefiero no decir nada sobre el grado, pero puede ser de 6c/A2».
Dejando de lado los números y las letras, Barmasse ha querido incidir aún más en la exposición de la ruta: «En aquella pared, en caso de incidente, ningún helicóptero puede venir en tu ayuda y un equipo de rescate, viniendo desde arriba, hubiera necesitado dos días. Sin duda -continúa-, cuando alcancé la cumbre del Pico Muzio, el estrés y el miedo de no conseguirlo o de morir bajo una caída de piedras desaparecieron. Era todo felicidad y paz de mente. Por otra parte, creo que mi apertura ha sido un éxito. Antes ya se habían repetido algunas vías en solitario como la Casarotto, la Grassi, el Spigolo dei Fiori..., pero abrir una nueva vía en solitario es otra historia».
El alpinista italiano cerraba así la primera etapa de su trilogía «Explorando los Alpes»: «Mi proyecto prevé la ascensión de tres nuevas vías en las tres montañas más altas del valle de Aosta. Una, la del Matterhorn, ya está resuelta. Las dos siguientes etapas serán el Mont Blanc y el Monte Rosa. Es la idea de un gran viaje, un nuevo sueño».
La nueva ruta realizada en solitario por Hervé Barmasse asciende una línea virgen hasta el Pico Muzio. 700 metros de roca vertical y de una calidad muy mala.
El alpinista italiano necesitó 4 días para la apertura, la segunda en esa montaña tras la firmada en su tiempo por Walter Bonatti.
A diferencia de la apertura de Hervé Barmasse en el Cervino, la siguiente noticia tiene tintes totalmente deportivos. Se trata de una actividad que, digámoslo de alguna forma, se encuentra bajo la presión de un cronómetro y un tiempo a batir. Nos referimos a los ya de moda récords de velocidad en paredes de los Alpes.
En estos últimos años, el suizo Ueli Steck se ha convertido en uno de los protagonistas más incisivos de esas carreras contra el reloj. Como «plan de entrenamiento», le hemos visto literalmente correr en nortes tan emblemáticas como la de las Grandes Jorasses, el Cervino o el Eiger. Siempre batiendo récords.
En estas últimas semanas otros expertos alpinistas también se han movido en esa especialidad del esprint a las grandes paredes alpinas. El pasado 7 de abril, por ejemplo, el estadounidense Josh Wharton escalaba la norte del Eiger por la vía «Heckmair» en 5 horas. Un tiempo nada malo para un alpinista extra-europeo.
En cambio, Dani Arnold, excelente alpinista y también especialista de estas escaladas contra el reloj, batía en el mismo escenario señalado el anterior récord que Steck había logrado en el 2008. El tiempo del suizo fue de 2 horas, 47 minutos y 33 segundos.
Pues bien, su compatriota Arnold ha sido capaz de subir esa emblemática pared por la vía «clásica» en un tiempo de 2 horas y 28 minutos. Fue el pasado 20 de abril y, durante el esprint, el suizo adelantó a nada más y nada menos que 20 cordadas.
A pesar de sacarle a su compatriota 20 minutos, hay que aclarar que entre las dos «carreras» hay diferencias. Steck la escaló en libre, mientras Arnold se ayudó de cuerdas en la travesía Hinterstoisser y en un destrepe entre las Quartzriss y las Fisuras de Salida.
Eso sí, como hemos señalado anteriormente, durante la escalada tuvo que sortear a 20 cordadas, pero la parte positiva fue la ayuda de las huellas abiertas por esos alpinistas. Y, por último, Arnold comenzó a contar el tiempo en la llamada salida de verano, en la primera repisa.
A pesar de todo, ahí está el nuevo récord de la norte del Eiger por la vía «Heckmair»: ¡2 horas y 28 minutos! Andoni ARABAOLAZA