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Final Four Barcelona 2011

Panathinaikos, fiel a su cita bianual con el título de Euroliga

Los de Obradovic dominaron el ritmo de la final bajo la batuta de Diamantidis. Eidson desapareció tras el descanso y el arranque de Eliyahu no fue suficiente.

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MACCABI 70

PANATHINAIKOS 78

 

Arnaitz GORRITI

Uno no sabe si es tradición o lealtad, pero parece que el Panathinaikos le ha tomado gusto a eso de vencer las Euroligas de los años impares. Primero fue en Atenas 2007 y después en Berlín 2009. Con el fiasco intercalado del año pasado -igual que en 2008, donde no pasó del Top 16- el conjunto heleno acudía puntual ayer a su cita con la Final Four 2011. El equipo de Zeljko Obradovic -octava Euroliga que gana el técnico serbio en 19 años de trayectoria como entrenador- dominó el ritmo del juego ante un Maccabi que vivió de Eidson en la primera mitad y de los arranques de Pargo y Eliyahu en el tramo final, pero que nunca estuvo cómodo.

Porque a la escuadra ateniense le encanta enmarañar al rival, hacerle jugar al ritmo que menos le conviene, obligarlo a buscar recursos, mientras que los verdes siempre juegan a su estilo de bloqueos directos, triangulaciones, pases extra... En pocas palabras, aplican su manual.

El duelo de ayer no fue ninguna excepción. La primera dificultad helena estribaba en parar a Schortsianitis, ya que ninguno de los interiores del PAO, ni siquiera Batiste, tienen el peso y la fuerza precisas para frenar al ex de Olympiacos. Para ello, aplicaron la receta típica con Big Sofo: cargarlo de faltas.

El pívot heleno se perdía en el fragor de la batalla, metía manos absurdas, incluso cuando saltaba a los cambios defensivos a ocho metros del aro, y ahí se perdió una de las armas del Maccabi: el rebote. Sin Schortsianitis en el campo, ni Macvan ni Hendrix lograron imponerse bajo los aros y sólo la movilidad de Lior Eliyahu, con la final perdida, dio vida a los macabeos.

Por otro lado, había que frenar a Pargo. Como ante Ricky Rubio, Obradovic le concedió el tiro y buscó frenar sus penetraciones. Pargo prefiere penetrar a tirar, y se notó que no se sentía nada cómodo. Perdió seis balones y falló sus tres triples, y aunque acabara con 12 tantos y 9 asistencias, no incidió en el juego como lo venía haciendo.

Diamantidis el «omnívoro»

Sólo Chuck Eidson podía dar la réplica al Panathinaikos, y a fe que lo hizo, con 12 puntos que mantuvieron con vida a los de David Blatt. Pero sólo durante la primera mitad. Tras el descanso, su tercera falta le pesó como una losa y sólo volvió a emerger en el desesperado intento final, cuando el Maccabi pasó del 56-67 al esperanzador 70-74.

Porque si la final de ayer tuvo algún dueño, ése no fue otro que Diamantidis. El base del PAO lograba en la víspera los galardones de MVP de la Euroliga, el premio al mejor defensor y meterse en el quinteto ideal.

Pero no le bastaba. Con 16 puntos, 5 rebotes y 9 asistencias fue el rey de la final, dominando el ritmo del partido y anotando cuando más daño hacía. En plena remontada hebrea, cerró el choque con una asistencia a Batiste -máximo anotador con 18 tantos-, un robo de balón y dos tiros libres en el último minuto. MVP para el símbolo sobre el parqué de un Panathinaikos intratable en los años impares.

San Emeterio, en el quinteto ideal de la Euroliga

La Euroliga repartió el sábado sus premios anuales, entre los que destacó la elección de su quinteto ideal, donde se incluyó al alero baskonista Fernando San Emeterio. Los otros cuatro integrantes no fueron otros que Diamantidis, Navarro, Batiste y Schortsianitis.

Siena machaca al Real Madrid y acaba tercero

El Montepaschi Siena se llevaba la final de consolación por un más que claro 62-80. El cuadro italiano entró en el partido más mentalizado y abrió brecha con un 11-19 de inicio. Llull logró que aún hubiera partido al descanso, pero el parcial 13-21 del tercer cuarto resultó definitivo.

Estambul, sede para la Final Four de 2012

El presidente la Euroliga, Jordi Bertomeu, anunciaba ayer que la ciudad turca de Estambul albergará la Final Four de la máxima competición continental en 2012. El escenario elegido será el el Sinan Erdem Dome, lugar donde se celebró la final del mundial del año pasado.

El «big three» de Boston se resiste ante Miami

Antiguamente, el trío formado por Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale formaban el denominado big three de los míticos Boston Celtics de la década de los 80. Después de una larga travesía del desierto, con el siglo XXI los «orgullosos verdes» formaron un nuevo trío mágico con Paul Pierce, Ray Allen y Kevin Garnett.

En el tercer partido de semifinales de la Conferencia Este el big three de Boston, con el añadido del valeroso Rajon Rondo, que sumó 6 puntos y 11 asistencias pese a dislocarse el codo izquierdo, lideró a la franquicia de Massachusetts en la victoria sobre los Heat de Miami por 97-81. Garnett fue el mejor, ya que logró 28 puntos, a lo que añadió 18 rebotes. Los 27 tantos de Pierce y los 15 de Allen, con la ayuda de los 11 puntos de Delonte West, dieron una victoria clave para los de Glenn Doc Rivers, que acortan distancias en la serie, poniéndola 2-1.

Por la parte de Miami, ni LeBron James -pese a sus 15 puntos- ni Bosh estuvieron a su nivel, de forma que los 23 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias de Wade, además de los 17 tantos de Mario Chalmers y los 12 puntos y 11 rebotes de Joel Anthony, no fueron suficientes.

En la Conferencia Oeste, los Memphis Grizzlies dieron otra lección de dureza mental al imponerse en la prórroga a Oklahoma City Thunder por 101-93. Mediado el tercer período, parecía que Oklahoma iba a recuperar el factor cancha, ya que ganaba por 54-70, pero los Grizllies, basándose en una gran defensa y los 18 puntos de Mayo, lograron remontar e igualar a 86. Oklahoma, a pesar de los 45 puntos conjuntos de Westbrook y Durant, echó de menos la intensidad de Ibaka, que pese a que aportó 14 tantos, 8 rebotes y 6 tapones, se torció el tobillo, y aunque volvió a la cancha, jugó mermado.

Tras empatar a 86, Zach Randolph -que acabó con 20 puntos y 21 rebotes- fue clave en el tiempo extra, adelantando a los de Tennessee por 2-1.

A. G.

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