El que tiene boca se equivoca. A Sergio Sauca le dieron la oportunidad de seguir manteniendo una postura inaceptable tras su actitud denunciable en uno de esos partidos del siglo de hace unas semanas. Sucedió en ese espacio que TVE tiene para aceptar alguna denuncia y que los afectados se puedan defender. En esta ocasión la Defensora del Telespectador, Elena Sánchez, no logró que se esfumara la sospecha, sino todo lo contrario. Si no es capaz de rectificar, si no admite que tanto él como el otro periodista en la zona mixta, no cumplieron con lo mínimo recomendable de equidad en una retransmisión deportiva o en cualquier otro evento en el que existan dos partes enfrentadas, nunca podrá enmendar sus errores. Hasta es posible que se crean que lo que hacen es lo normal.

Deberían fijarse en este aspecto en el gobierno de Barack Obama y sus servicios de creación de narraciones inverosímiles para lograr la Confusión Universal y Multidireccional. Ellos rectifican tantas veces al cabo del día que la excepción es mantener la versión más de cuarenta y ocho horas. Aseguran que se trata de no dar demasiadas pistas a los cincuenta y ocho mil guionistas que están preparando películas sobre el asunto. También para confundir a los espías sordos rusos, al servicio de lavandería de los hoteles pakistaníes y hasta al propio presidente.

No cabe ninguna duda: no se trata de rectificaciones sobre una aceptación de un error, sino una acumulación de mentiras para que sumando mentiras, se logre crear una verdad irreconocible, algo así como cuando se juntan dos negaciones acaban siendo una afirmación. No obstante, los vídeos del supuesto Bin Laden ensayando discursos, o viendo la tele con su barba blanca y su mando a distancia, han superado cualquier noción de la manipulación. Es tan cutre el asunto que no puede ser nada más que hecho a posta. Nadie admitiría tantas variables de los hechos. Quieren confundir, aunque sea ellos los que acaban confundidos. Estos vídeos son muy malos, son casi tan malos como los que hacen en «Los Clones» en Intereconomía, esa cadena que solamente rectifica a la historia y a los hechos reales sucedidos. Revisionistas peligrosos.