El nuevo «corte de pelo» de la deuda griega, un disfraz para evitar el colapso del sistema bancario
La reunión secreta que los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea celebraron en Luxemburgo el viernes pasado ha generado multitud de sospechas sobre un posible nuevo rescate de la afectada economía helena. La rumorología llegó a tal punto que las informaciones apuntaban a que Atenas no descartaba la salida de la eurozona y la vuelta al Drachma, la moneda nacional desde 1833. La reunión, en ausencia de decisiones, concluyó en una deliberada decepción. Y la opción de esperar sólo avivará nuevos temores y un círculo vicioso donde los países donantes (con una derecha populista y euroescéptica que discute ya el mainstream de la política a los partidos tradicionales argumentando que los contribuyentes no tienen por qué financiar a los «derrochadores e indisciplinados» países de la periferia) exigirán cuentas.
Nadie sabe realmente lo dramática que es la situación. Reestructurar la deuda griega, un nuevo «corte de pelo», implicará que los contribuyentes europeos paguen más de su bolsillo. Y ello como remedio para espantar el fantasma, al estilo del colapso de Lehman Brothers en 2008, de un gran crack que recorre el sistema bancario europeo. En este caso, el verdadero rescatado.