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Maite SOROA | msoroa@gara.net

¡Por fin vuelve Jon Juaristi!

No me digan que no le echaban en falta. Jon Juaristi ha tardado más de tres días en reaccionar a la legalización de Bildu y ayer en «Abc» despertaba de su letargo para alegría de su grey.

Juaristi se hacía el listillo: «Como era de temer, se consumó el disparate. No aprenderán, y mira que es fácil. Lo que el Tribunal Constitucional ha legalizado se llama ETA aunque Bildu se llame, como se llamó en otro tiempo Herri Batasuna o incluso, que se nos olvida, Euskadiko Ezkerra, antes de que Juan María Bandrés, Mario Onaindía y el actual senador Roberto Lertxundi se apropiasen de esta última etiqueta para construirse una pasarela hacia el PSOE». Observen que en sólo unas líneas, quien fuera militante de Euskadiko Ezkerra reconoce que unos pocos aprobetxategis abusaron de la buena voluntad de miles de militantes para asegurarse una poltrona a la sombra del poder. La vergüenza, en el armario.

Y a la falta de vergüenza, algunos suman el delirio. No se pierdan lo que sigue: «¿Que ni Eusko Alkartasuna ni Alternatiba son parte de ETA? Lo serán en poco tiempo, no se llamen a engaño. Si no lo son ya, gracias al fallo del Tribunal Constitucional. Menudo fallo. No se puede fallar más fastuosamente». Estoy convencida de que hay tratamientos para curar esto. La psiquiatría ha avanzado mucho.

Me da la impresión de que a Juaristi, convertido ya en la sombra de nadie, le vence su propia y farragosa historia. Por eso embiste: «Eusko Alkartasuna, partido de memos desgajado del PNV hace un cuarto de siglo, sólo tenía dos destinos practicables: regresar a la matriz o engancharse a Batasuna, y se ha decidido por este último. Ahora no es nada, no es más que nada, nada, nada y hedionda nada que al olerse apesta, pero da igual. Por navidades estará enterrado bajo el nuevo aparato de la única izquierda abertzale que realmente cuenta, al que no es difícil vaticinar un período de intensa actividad municipal de agitación y propaganda, exigiendo la amnistía de todos los presos de ETA para que coman las uvas de nochevieja con la gran familia nacionalista, qué menos. Todos, Urkullu, Urízar, Matute, Otegi, Troitiño...». Pobre hombre. ¿No les da pena?

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