Haciendo un juego de palabras con el apodo de Novak Djokovic, se puede decir alto y claro que al serbio ya «Nole» puede ni el número uno mundial como es, hoy en día, Rafa Nadal.

El reciente vencedor en Madrid lleva desde comienzos de año acechando el número uno que ostenta el tenista manacorí. Y ahora lo tiene más cerca que nunca, ya que según la ATP, Djokovic necesita triunfar en el Torneo de Roma y que Nadal caiga antes de las semifinales. En caso de no ocurrir esto, esa posibilidad continuará para el serbio durante Roland Garros.

Además de tener a tiro esta hazaña, el logro del serbio tendría mucho más mérito teniendo en cuenta que, una vez pasado en la clasificación al suizo Roger Federer, superaría a Nadal en su propio terreno -tierra batida-. El domingo le rompió la racha de 37 victorias seguidas en este tipo de pista.

Este hecho demuestra que el tenis mundial va por rachas. Hace unos años nadie negaba el dominio de Federer. Después llegó Nadal, que a pasos agigantados terminó por romper la hegemonía del suizo. Ahora es Dojokovic quien quiere reivindicar un puesto en la historia.

Y no va por mal camino, ya que parece haberse convertido en un tenista indestructible con una marca de victorias de 32-0 esta temporada, 34-0 si se suman las dos cosechadas en la final de la Copa Davis en 2010.

Alabanzas del mundo del tenis

Los halagos hacia el serbio no se han hecho esperar. Tras la victoria ante Nadal, el manacorí razonó que «el número uno del mundo no peligra, está finiquitado». Asimismo, alabó el trabajo de su rival al reconocer que «mi nivel no es bajo, el de él es altísimo». Y terminó por calificarlo de «monstruo».

Desde el cuadro femenino también se reconoce su esfuerzo. La número uno mundial, la danesa Caroline Wozniacki, reconoció ayer a su llegada a Roma que bromea a menudo con el serbio durante los torneos: «Siempre estamos de broma porque le cuento lo contenta que estoy de llevar un año tan bueno, pero cuando le miro veo que él lo gana todo, así que pienso que aún no soy lo suficientemente buena comparada con él. Entonces me dice, `Sí, pero yo no soy el número uno'».