EEUU y Pakistán escenifican su desencuentro sin romper su alianza
EEUU y Pakistán siguen añadiendo elementos de tensión a sus relaciones tras la operación para matar a Bin Laden. Washington insiste en interrogar a las esposas del líder de Al-Qaeda y reconoce que preparó a su comando para hacer frente a las fuerzas pakistaníes. Ayer además, lanzó un nuevo ataque en territorio pakistaní. Pero ambas partes hacen ver su interés por mantener la alianza estratégica.
GARA | WASHINGTON
Estados Unidos y Pakistán siguen escenificando el desencuentro y las tensas relaciones que han dejado la operación de Washington para matar a Bin Laden. La última disputa, después de la polémica sobre las posibles complicidades en Pakistán con Al-Qaeda que insinuó EEUU, ha sido la demanda de la Casa Blanca de interrogar a las esposas de Bin Laden, en manos de las fuerzas de seguridad pakistaníes después de que el comando estadounidense matara a Bin Laden en Abbottabad.
El ministro pakistaní de Asuntos Exteriores, afirmó ayer que no había recibido ninguna petición formal por parte de EEUU. Las tres mujeres están acompañadas de 13 menores.
De esta forma parecía surgir un nuevo contencioso que deteriora las relaciones entre los dos aliados en la «lucha antiterrorista». Pakistán añadió otro elemento de tensión; varios medios de comunicación revelaron el nombre del jefe de la CIA en el país, una información que apunta a una filtración de los servicios de inteligencia (ISI).
Según «The New York Times», el presidente de EEUU, Barack Obama, había ordenado que el comando que asaltó la residencia de Bin Laden estuviera preparado para enfrentarse a las fuerzas pakistaníes. «Dadas nuestras dificultades con Pakistán, el presidente no quiso correr ningún riesgo», declaró un responsable gubernamental. Washington no avisó a Islamabad de la asalto al temer que pusiera en alerta a Bin Laden.
El domingo, Obama pidió a Pakistán una investigación sobre los apoyos de los que se benefició Al-Qaeda en el país. El primer ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, calificó de «absurdas» las especulaciones sobre supuestas complicidades, pero también anunció una investigación. Además, recordó los atentados que han dejado más de 4.300 muertos en el país desde 2007 para mostrar el compromiso con su aliado estadounidense.
Se necesitan
Ayer precisamente, dos policías murieron y cinco personas resultaron heridas en una explosión ante un tribunal en la zona noroeste de Pakistán. A la vez, Washington llevó a cabo otro ataque de aviones no tripulados («drones») en esa misma zona, matando a cuatro islamistas. Esta campaña de ataques de con «drones» aumentan el rechazo popular hacia la intervención de EEUU. La Casa Blanca ha calificado la relación con Pakistán de «complicada», pero «importante», dejando ver así su intención de mantener la alianza que interesa a ambas partes por encima de los desecuentros.
Según la analista de la Heritage Fundation, Lisa Curtis, ex miembro de la CIA y del Departamento de Estado, Washington esperaba la operación contra Bin Laden empujara a Pakistán a una mayor colaboración, pero «en lugar de eso, Islamabad se hace pasar por víctima». A su juicio, los congresistas de EEUU van a cuestionar el gasto de miles de millones de dólares en ayuda económica a este país. Aunque las relaciones atraviesan horas bajas, insiste en que ambos países se necesitan. EEUU quiere mantener la retaguardia de su frente afgano y poder desplegar sus servicios de inteligencia, a la vez que quiere mantener la relación con un poseedor de armas nucleares. Por su parte, Islamabad necesita la ayuda americana y su influencia en el FMI.
Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado, señaló ayer que la administración estadounidense ha detectado «progresos» en la demanda de información, y dijo ser optimista sobre esa colaboración.
Ocho días después de la incursión americana para matar a Bin Laden, el Ejército pakistaní intenta imponer el silencio en torno al refugio del líder de Al-Qaeda en Abbottabad. Sólo tres días después del asalto se contaban más de 500 periodistas y curiosos en el lugar. Pero el Ejército se cansó enseguida de los medios, de sus preguntas incómodas y de las críticas por su incompetencia o complicidad.
Desde el jueves, entre 400 y 500 soldados y policías vigilan el barrio, controlan a los vecinos y les impiden hablar con los periodistas, que esperan la apertura de la casa de Bin Laden. Mientras, juegan al gato y al ratón con los uniformados, que enseguida se precipitan sobre ellos cuando se aproximan a menos de 500 metros de la casa o les fuerzan a entregar las fotografías y vídeos que han grabado. La situación molesta a los habitantes que piden a la prensa que se vaya, al temer posibles represalias. Según fuentes policiales, el Ejército ha detenido al menos a 25 pesonas en la Abbottabad para interrogarlas sobre la presencia de Bin Laden. Algunos han sido liberados. GARA
«Se sabe que existen, pero nadie los conoce», confiesa un comerciante de Virginia Beach, al hablar de los miembros del «Sexto equipo», la unidad ultrasecreta de la Marina estadounidense que mató a Bin Laden. Aunque el orgullo es palpable entre los residentes de Virginia Beach, base de los soldados de élite de la Marina, el secreto sobre la naturaleza y misión de estos hombres está bien guardado. Son reclutados entre los 2.300 seals acrónimo de Sea, Air, Land (mar, tierra aire). Incluso el alcalde, Williams Sessoms, que quería rendir un homenaje al equipo ha visto rechazada la autorización por la Marina. Don Shipley, un antiguo seal que dirige un campo de entrenamiento no puede ocultar su orgullo y cree que se acabarán los problemas de reclutamiento que tenía la unidad. La página de su campo en internet ha recibido multitud de consultas y la Fundación Navy Seal, de apoyo a estos soldados, ha visto aumentar sus fondos en los últimos días. Además, han desaparecido las críticas y las comparaciones con los SAS británicos o la Legión Extranjera francesa. Sin embargo, algunos vecinos prefieren evitar toda esta publicidad ante el temor a convertirse en objetivo de atentados. GARA