El gol premió al que más buscó la victoria
La zurda de Aranburu lleva a Anoeta a celebrar la permanencia
El quinto gol del azpeitiarra, con la ayuda de la fortuna, da a la Real la victoria en el minuto 89 y deja al Zaragoza en puestos del descenso a cinco puntos cuando sólo quedan seis por disputarse.
REAL SOCIEDAD 2
REAL ZARAGOZA 1
Joseba ITURRIA
Anoeta celebró anoche la victoria más importante de la temporada con la misma felicidad con la que festejó el ascenso. El gol de Aranburu, el quinto de la temporada, no vale para asegurarse matemáticamente la permanencia, pero la deja muy encarrilada y por eso se celebró como si valiera una Liga.
Uno no va a entrar a valorar aquí las posibilidades matemáticas de la salvación, en la página 41 están perfectamente explicadas. Esta crónica sólo puede estar centrada en un gol que vale una salvación y en un jugador ejemplar como ninguno. Me decía el martes una persona al que el fútbol me ha dado la suerte de conocer y que sabe mucho de este deporte, que a este equipo le falta carácter, un líder como Karpin para afrontar situaciones criticas como la que ha tocado vivir estas semanas.
Yo intentaba explicarle que estos jugadores que tenemos la suerte de que nos representan sí tienen carácter, distinto al de Karpin, por suerte. Aranburu es el mejor líder que puede tener esta Real y no necesita mover los brazos como un molino para ser el faro que marca los momentos en un vestuario que controla desde su corrección y experiencia. Y lo importante del carácter es la capacidad de afrontar situaciones complicadas como la de ayer, cuando volvió a ser el mejor de su equipo como lo ha sido en toda esta fase de la temporada en la que varios de sus compañeros tocaban fondo y él se mantenía firme en medio de la tempestad como una bolla a la que se podía agarrar su equipo. Algunos se empeñaban en jubilarle sin saber su importancia dentro y fuera del campo, y en este duro final de temporada, cuando más difícil es estar bien en el plano físico y mental, ha demostrado que tiene energías para rato.
En el momento clave de un duelo vital, Aranburu emergió en el centro del campo apoyado por la frescura que aportó Markel y que permite jugar a su equipo más adelantado que el jugador que le sustituyó ayer para desgracia de este club. El capitán apareció en el momento más oportuno para marcar con su zurda y de manera complicada, no podía ser de otra forma, el gol que probablemente se ha celebrado con más alegría en la historia de Anoeta y que hizo justicia al que más mereció el triunfo en un partido de alternativas en el que los dos equipos estuvieron a la altura de lo que estaba en juego.
La Real, salvo en los primeros minutos del segundo tiempo, en los que ofreció la versión lamentable que ofrece cuando está cerca de su área, en nada se pareció a la de Valencia.
La Real de Anoeta
En veinte minutos los blanquiazules ya habían cometido las ocho faltas de todo el partido de Mestalla y habían visto dos tarjetas. Y cuando la Real juega con esa intensidad, calidad y físico le sobran para ser competitiva.
Pronto pudo adelantarse en el marcador, pero Tamudo se precipitó y se adelantó medio metro a la línea zaragocista, con lo que quedó sin valor el remate a la red a centro de Carlos Martínez. El catalán compensó con creces el error en el 1-0, cuando recuperó el olfato que parecía perdido desde que marcó sus dos últimos goles que valieron los triunfos ante Osasuna y Mallorca en las jornadas 23 y 24.
Entonces la Real peleaba por Europa, pero se vino abajo, Tamudo dejó de aportar goles y esas once jornadas de sequía han coincidido con la racha que llevó a afrontar el partido de ayer con una necesidad que nadie imaginaba en febrero. Lo bueno fue que la Real supo controlar la ansiedad y volvió a responder como siempre que ha estado en una situación límite.
El primer tiempo de los blanquiazules fue bueno, aunque bien pudo quedarse sin premio en una acción en la que la fortuna acompañó al equivocarse el asistente en un fuera de juego en una acción clara en la que el Zaragoza iba a empatar.
El empate iba a llegar una segunda mitad en la que el Zaragoza salió mucho mejor y tuvo una clara ocasión de salida en la que Uche remató fuera con todo a favor. Luego fue Lafita el que lo intentó de lejos y en el tercer intento empató Gabi en una falta lanzada con maestría. Tras el empate se equilibró el partido, la Real pudo adelantarse en un remate de Xabi Prieto que sacó un defensa maño desde la línea y el Zaragoza en uno de Herrera sin portero que salió fuera por poco de forma angustiosa.
El equilibrio se rompió con la buena aportación de los tres cambios realistas, que permitieron a su equipo volver a jugar donde más fuerte es, en el medio campo rival.
Y entonces apareció Aranburu para dar un pase a Carlos Martínez, cuyo envío puso en apuros a Diego Franco y luego buscó a Griezmann, que no acertó, y finalmente estuvo en la jugada de Ifrán, que no remató bien. Sólo la Real buscaba la victoria cuando en el minuto 88 el fútbol hizo justicia con el capitán y con su equipo al dar el toque de fortuna necesario para que la decisión con la que remató el último balón tuviera el premio del gol.
A partir de ahí este maravilloso equipo y esta maravillosa afición aguantaron unidos el empuje del Zaragoza y celebraron la permanencia sin haberla conseguido. Por eso hay que jugar en Sevilla como en Anoeta, no sólo para asegurar matemáticamente el primer objetivo, también para acabar el año con las mejores sensaciones posibles.
Martín Lasarte destacó tras el partido que fue un encuentro «de mucha ansiedad y de muchos nervios» y en el que «el juego brilló por su ausencia». El técnico admitió que «tuvimos un lapso de 10-15 minutos que lo pasamos mal. Si el Zaragoza hubiera metido alguna de las claras ocasiones que tuvo no sé qué hubiera pasado. Pero con los cambios, con la energía fresca que entró en el campo, pudimos coger aire, nos montamos en campo contrario y la afición se volcó con nosotros. Vino el gol y después nos recogimos para intentar asegurar el resultado. También hay que reconocer que ellos tuvieron un día menos para descansar y eso pudo tener su influencia en los últimos minutos».
En ese sentido, Lasarte personalizó algunas de las actuaciones que dejó la noche. «Hay momentos en los que vas ganando y el empate es malo, pero luego te empatan y ves que puedes perder. He visto que ajustando algo el equipo podía coger aire. Un cambio en la medular para aprovechar la energía de Markel, su agresividad, la movilidad de Diego en el ataque, Paco (Sutil) entró muy enchufado... Antoine en el centro también nos podía dar mucho a pesar de cometer errores que son normales». Junto a ellos, el técnico uruguayo ensalzó el trabajo de Mikel Aranburu -«no es fácil ser capitán, es un ser más allá de lo habitual y no es casualidad que haya marcado él»-, de Xabi Prieto -«quería jugar porque creía que podía seguir aportando»-, y de Mikel González -«se ofreció a jugar lesionado»-. GARA
La Real se entrenará hoy a las once y el sábado a las diez en Zubieta a puerta abierta y mañana a la misma hora trabajará a puerta cerrada, antes de la comparecencia de Martín Lasarte para hablar del partido del domingo a las nueve en campo del Sevilla.