Maite SOROA | msoroa@gara.net
Las crónicas del frente norte
El viejo aforismo del mal periodismo -«Que la realidad no te estropee un buen titular»- parece el libro de cabecera de la prensa extremista hispana en estos días de campaña electoral. Ayer, en «La Gaceta», María Luisa García-Franco vendía a sus lectores una imagen de la realidad en Euskal Herria mucho más parecida a sus deseos y ensoñaciones que a lo que vivimos las ciudadanas (y ciudadanos, claro) que pateamos las calles de nuestra tierra todos los días.
Según García-Franco, «ETA ha vuelto a las calles del País Vasco antes de instalarse de nuevo en las instituciones». Y se explica: «Está presente en los carteles electorales del PP, en forma de diana enmarcando a quienes, según sus colaboradores, deberían ser eliminados. El efecto inmediato de la sentencia del Tribunal Constitucional que dio luz verde a las candidaturas de Bildu ha sido el regreso de la sensación de impunidad, que durante muchos años tuvieron quienes se mueven en el entorno de los terroristas».
Se preguntarán qué es lo que ha pasado para que la corresponsal de guerra se ponga tan trascendente. Pues lean, cuando habla del «rostro de Rafa Olaizola, candidato del PP a la alcaldía de Zarautz, enmarcado en una diana». Algo que rechazaría Bidu si le preguntaran por ello, pero que a ella le viene de perlas para sostener su delirante relato: «ha regresado la mafia y, con ella, la necesidad de que haya personas con el coraje suficiente para arriesgar la vida por defender sus ideas, mientras otros pretenden imponer las suyas a la fuerza, con balas y con bombas. Cuando creíamos que el Estado de derecho tenía acorralada a ETA, entre los políticos vascos de a pie crece el temor a que en el momento en el que los terroristas estén de nuevo instalados en los ayuntamientos, empiecen otra vez los crímenes. Antonio Basagoiti ha pedido a los candidatos de su partido que sonrían, que no se presenten a los electores como víctimas, sino como quienes van a trabajar por ellos en sus pueblos. Y lo están haciendo, a pesar de las dianas. Veremos a ver qué pasa después».
Pues ya saben qué es lo que ha pasado: Alguien ha cogido un rotulador y ha pintado una diana en un cartel. Y María Luisa, tan contenta porque ya tiene con qué llenar su crónica desde el frente norte.