Amparo LASHERAS Periodista
Mejor escuchar al mar que no miente
En este periodo de descanso al que me ha traído la obligación de recomponer seriamente mi salud, tengo a mi compañero, el mar, dos libros de Julio Cortazar y la radio. Los tres primeros convertirían en un paraíso cualquier isla desierta. La radio convencional la destrozaría. El que en otro tiempo fue un medio que experimentó la creatividad comunicativa, hoy, sólo sirve para ser altavoz de propaganda ideológica y electoral de quien lo paga y mantiene. Por lo tanto, resulta insoportable, agresivo e insultante. Tantas mentiras políticas, solapadas en tertulias y discursos populistas, creadas en el mismo marketing que la necesidad de vender cereales, cuentas bancarias o ambientadores, aburren y ofenden por su alienación intelectual. Y no es lo más grave. Al recorrer el dial buscando un respiro de buena música, de palabras sensatas, se constata que la iglesia y la extrema derecha son las dueñas indiscutibles de las ondas. Igual que en la televisión digital, esa ocupación abusiva les permite uniformar el mensaje y fabricar una opinión pública única, manipulable y sin criterio. Un amigo periodista trabajó durante 8 años en Italia. Después de 15 años, en el 2007, regresó a Roma. Descubrió otra Italia, impensable para él. La acumulación del poder comunicativo en manos de Berlusconi, consentida en su momento por los socialistas, había sembrado de populismo el pensamiento de los italianos. En Euskal Herria se cierran y se criminalizan periódicos, páginas Web, graffitis, canciones... Todo tiene su cálculo político, a corto o largo plazo, pero lo tiene. Mejor escuchar al mar que es más viejo y no miente.