El régimen libio se compromete a no retomar el este del país por la fuerza
El régimen libio perfila su táctica ante los ataques incesantes que llevan a cabo las fuerzas aliadas contra sus bastiones. El ministro de Exteriores hizo ayer hincapié en la opción del diálogo con los rebeldes, mientras éstos daban a conocer el envío de una delegación a la comunidad internacional para recabar apoyos. El fiscal de la Corte Penal Internacional anunció, por su parte, que formalizará la petición de arresto contra tres supuestos criminales libios.
GARA | TRIPOLI
El Gobierno libio no tiene intención de tomar a la fuerza de nuevo el este del país; o por lo menos, así lo aseguró ayer el ministro de Exteriores y mano derecha del coronel Muamar Gadafi, Khaled Kaim. Al ser el este un bastión de los rebeldes, el ministro cree que los fieles al régimen tienen mucho que perder en esa zona, y por lo tanto, «no es prioridad del gobierno en estos momentos actuar en ese sentido». «El problema ahora es el factor extranjero en el conflicto. Si nosotros avanzamos, habrá más combates y tendremos que poner todo de nuestra parte para hacerles frente», subrayó Kaim en una entrevista. A su vez, dejó caer la opción de un cambio de táctica en las filas leales al régimen, dando prioridad a la consecución de un diálogo con los rebeldes situados en Bengasi para llevarles a su terreno.
Mientras tanto, los combates continuaban ayer destruyendo todo lo que encontraban a su paso, al mismo tiempo que la OTAN confirmó la destrucción de varios objetivos militares en Trípoli y en el único reducto de los rebeldes que queda ya en el oeste, Misrata.
Los sublevados temen que fuerzas del régimen consigan llegar hasta el puerto de la ciudad, la única vía abierta en estos momentos para recibir alimentos y medicamentos de primera necesidad.
La batalla, sin embargo, no la libran únicamente en territorio libio, ya que una delegación del Consejo Nacional de Transición viajará próximamente a varios países en busca de apoyo financiero y su reconocimiento como entidad política.
Precisamente, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional anunció que en la próxima semana hará formal la petición de arresto contra tres sospechosos de presuntos crímenes contra la humanidad en Libia, sin precisar sus nombres. Por otro lado, Gadafi negó estar herido y aseguró que se encuentra en un lugar donde los bombardeos de la OTAN no le pueden alcanzar.
El ministro de Información sirio, Adnan Hasan Mahmud, anunció el comienzo en los próximos días de un «diálogo nacional en todas las provincias del país».
En rueda de prensa, emitida en directo por la televisión siria, Mahmud aseguró que las unidades del Ejército habrían comenzado su retirada gradual de la ciudad costera de Banias y habrían completado su salida de Deraa, la ciudad del sur del país donde comenzaron las protestas hace ya dos meses.
Coincidiendo con este anuncio, fuentes opositoras aseguraron que el presidente, Bachar al-Assad, habría dado órdenes a las Fuerzas de Seguridad para que no abrieran fuego durante las protestas. Otras fuentes igualmente opositoras denunciaron, sin embargo, la muerte de seis personas en las protestas en, Deraa, Homs y en un suburbiio de Damasco. Como ocurre desde el estallido de la crisis, no había manera de contrastar de forma independiente estas informaciones y balances.
Por de pronto, sectores de la oposición se apresuraron a rechazar el anuncio del Gobierno y exigieron la puesta en libertad de todos los detenidos, la autorización de reuniones y de manifestaciones. GARA
El presidente de Yemen, Ali Abdallah Saleh, aseguró ante una concentración de sus partidarios en la capital, Sana´a, que «nos defenderemos con todas nuestras fuerzas y por todos los medios» y amenazó con sacar al Ejército «a defender nuestras instituciones, nuestros barrios y nuestras ciudades».
Como botón de muestra, tres manifestantes murieron por disparos de soldados en la localidad de Ibb, en Yemen del Sur.
Saleh reaccionaba así al pulso lanzado por la oposición, dispuesta a ocupar los edificios públicos, y al llamamiento de Washington a una «transición ordenada». Lo cierto es que casi nadie cree ya en una salida negociada a la crisis.
Qatar ha abandonado la mediación de las cleptocracias del Golfo. Incluso la oposición tolerada, que aceptó el plan para permitir la salida impune del dictador, le acusó de lanzar «una declaración de guerra en toda regla» y anunció una intensificación de las protestas para transformarlas en un «movimiento de desobediencia civil que fuerce la caída del presidente». La oposición en la calle está en ello desde hace meses. GARA