REBELIÓN. Atilio A. Boron 2011/5/12
Una historia olvidada en la Zona Cero
Tan preocupados estaban en la Casa Blanca por perseguir a Bin Laden, cuyos numerosos familiares fueron los únicos autorizados -entre decenas de miles que rogaban por lo mismo- a abordar el único avión que abandonó Estados Unidos al día siguiente del 11-S, que en la confusión tanto al presidente como al alcalde de New York se les «olvidó» indemnizar a los bomberos, paramédicos, rescatistas y jornaleros que trabajaron durante días y semanas recuperando cadáveres y removiendo escombros de las Torres Gemelas, inmersos en una nube tóxica que dañó irreparablemente sus organismos y en especial sus pulmones. Pero esta es, como diría el inolvidable Howard Zinn, «la otra historia» de los Estados Unidos, la de las víctimas, los oprimidos, los pobres, los marginales. Esa historia no se cuenta y fue Zinn quien hizo una labor extraordinaria al contarla en un libro que precisamente tiene ese nombre y que debería ser leído por todos los interesados en conocer como es el «capitalismo realmente existente» y no las historietas pergeñadas en Hollywood que nos pintan una visión idealizada de Estados Unidos.
Lo anterior viene a cuento porque una investigación realizada por la Yeshiva University de la ciudad de New York y cuyos hallazgos fueron publicados por el prestigioso New England Journal of Medicine en Abril del año pasado constató la existencia de 13.954 afectadas por la inhalación de gases tóxicos durante sus trabajos en las ruinas de las Torres Gemelas. (...)
Nada de esto mencionó Barack Obama en la demagógica visita que hiciera a la Zona Cero el Jueves 5 de Mayo, una vez confirmado el asesinato de Osama Bin Laden. El presidente habló de quienes colaboraron con heroísmo y abnegación en las tareas de rescate y limpieza, pero no dijo ni una palabra sobre la escandalosa desidia e ingratitud con que fueron (mal)tratados esos trabajadores, material de desecho en cualquier economía capitalista y mucho más en los Estados Unidos. Según el corresponsal de la BBC en New York a principios de 2008 -¡es decir, casi siete años después de producido el atentado!- sólo seis (sí, no hay error: seis) de algo más de 10.000 demandas que habían planteado los trabajadores por los graves trastornos ocasionados a su salud habían recibido alguna clase de compensación por parte de las autoridades norteamericanas. Justicia burguesa, que le dicen. O refutación práctica del discurso sobre los derechos humanos, la libertad y la justicia con que Washington permanentemente oculta sus mayores tropelías. (...)
(...) Conclusión: Washington puede invadir países, torturar, asesinar, promover golpes de estado y entrar en guerras sin autorización del Congreso, pero la Casa Blanca se muestra impotente para hacer justicia y compensar adecuadamente a la anónima legión de quienes se jugaron la vida y su salud en la Zona Cero con el pretexto de que el Congreso no autorizaría tales gastos. (...)