FINAL DE LA CHAMPIONS LEAGUE FEMENINA DE BALONMANO
El anaitasuna animó hasta el último aliento por un sueño que se desvaneció
Las gradas pusieron todo de su parte para que Itxako fuera campeón europeo, pero no pudo ser. La «jugadora número 8» en este caso trató de llevar en volandas a las suyas camino de un trofeo que se merecían, aunque finalmente acabó yendo a parar a Noruega. Sin duda, habrá más ocasiones.
A la organización no le quedó otro remedio que abrir las puertas pasadas las cinco y media, y en pocos minutos las gradas del pabellón iruindarra se poblaron. Una hora antes del inicio del histórico envite ya no cabía un alfiler. Camisetas amarillas, banderolas rojas y alguna que otra ikurriña engalanaban lo que prometía ser un espectáculo balonmanístico en toda regla.
El calentamiento global comenzaba antes de lo esperado. Nadie quería perderse tan histórica cita, desde los seguidores habituales a familias enteras, pasando por rivales en otras competiciones y ahora animadoras, caso de las jugadoras del Akaba Bera Bera, Zulai Agirre y Beatriz Fernández, que no dudaron en colocar una pancarta de ánimo para Carmen Martín en la posición donde se desenvuelve la almeriense. Otras, como la ex Itxako Eli Pinedo, hacían funciones de comentarista para «Euskadi Irratia».
El clímax subió varios grados cuando las amarillas salieron a calentar, y el sonido ensordecedor de gargantas y trompetas hizo acallar los primeros compases de los bombos de la afición noruega, que en un número cercano al centenar se concentraron en uno de los laterales de la pista. Música a todo volumen, actuaciones de bailarines y el multicolor del escenario deportivo entretuvieron a una parroquia a la que los corazones, poco a poco, se le iban acelerando a medida que se acortaban los minutos de espera para el inicio del encuentro.
Los gritos de ánimo fueron in crescendo. «Itxako, Itxako» fue el coro generalizado previo a la presentación oficial de ambas escuadras y del dúo arbitral, desagradable protagonista a posteriori y objeto de las iras del público en los instantes previos al descanso. Los nombres de las jugadoras amarillas fueron acompañados de atronadores vítores de la grada, que hicieron retumbar los cimientos de un edificio que es algo más que un recinto deportivo para la capital navarra.
El ambiente ni siquiera decayó cuando vio que las suyas, quizás presas de los nervios, sucumbían ante el martillo pilón de las noruegas, que entraron mejor al decisivo encuentro. AC/DC atronaba en los altavoces para insuflar ánimos renovados a un siete que necesitaba del oxígeno del graderío para solventar la incómoda situación. El público se volvió a meter en la pelea, a la par que las lizartarras les brindaban un serio recorte en el electrónico.
Los aficionados volvían a creérselo, el desafío era posible, nada estaba entregado. Ni siquiera la actuación quisquillosa de la dupla gemela alemana, que puso de los nervios a la hinchada amarilla. La rigurosa expulsión de Begoña Fernández encendió los ánimos de una grada que se sintió maltratada por la actuación arbitral durante muchas fases del choque.
Ánimos a intervalos
Como si fuese una montaña rusa, los entregados incondicionales del «Anaita» iban y volvían con sus cánticos de apoyo, en función del rendimiento en el marcador de las lizartarras, que hacían la goma con sus rivales, lo que, pese a todo, no hizo desfallecer a una hinchada entregada a la fe en una de esas remontadas que tanto se producen en este deporte.
El público respondió con creces al arreón que dieron las de Ambros Martín mediada la segunda parte, dispuestas ya a dar el todo por el todo. Los guarismos ya eran mucho más igualados y quién podía negarse a soñar, a levantar la deseada Copa. El apretón final enardeció los ánimos, se recurrió al infatigable San Fermín de los momentos decisivos, pero desgraciadamente la suerte estaba echada, no sería esta vez.
Pero quizás pueda ser en otra ocasión, siguiendo la historia de este equipo, que siempre ha necesitado primero tentar, luego llevarse un sinsabor y después alcanzar la gloria. Desde luego, con una afición así se puede ir al fin del mundo y también celebrar un triunfo de esta envergadura, quizás antes de lo que nadie pueda imaginarse.
Natxo MATXIN
Consciente de la oportunidad que se había dejado pasar, pero con una serena profesionalidad digna de resaltar, el técnico de Itxako, Ambros Martín, justificó el no haber materializado la remontada «en muchos detalles que marcan en una final tan igualada, como los siete metros, postes, despistes...».
Y arbitraje, sobre el que el preparador de Arrecife no quiso hacer sangre, pero sí dejar claro que «ha sido muy diferente al de la ida, han puesto un listón que no hubo en Larvik y, sobre todo, las formas... Nos han cosido a exclusiones», se quejó amargamente.
Tampoco quiso entrar demasiado en detalles el presidente del club, Miguel Bujanda, «ahora en caliente», y prefirió valorar la temporada realizada por el equipo y el mérito al conseguir una «victoria triste», como colofón a una trayectoria «que valoraremos adecuadamente a futuro, con un presupuesto muy modesto y sabiendo que nos va a costar mucho volver a repetir una gesta tan épica como ésta».
La capitana de la escuadra lizartarra, Andrea Barnó, destacó que el conjunto amarillo «no se ha venido abajo pese a los muchos factores en contra que hemos tenido» y que «podía haber remontado». Asimismo, se lamentó de no poder ofrecer a la afición un trofeo ansiado «porque ha cumplido con creces».
Del mismo modo, Nerea Pena se mostró «triste» por no materializar la remontada y se quejó de la actuación arbitral, que «todo el mundo ha visto», como uno de los aspectos decisivos de una eliminatoria «que estábamos convencidas de ganarla y, aunque quizás no sea el momento, estamos contentas por la temporada». N.M.