Una Nafarroa sin CAN, el legado de Sanz
Tras 90 años de existencia, Caja Navarra falleció ayer como institución de crédito de naturaleza fundacional y carácter benéfico-social bajo el protectorado público del Gobierno de Nafarroa. Sus restos fueron enterrados con sigilo, en la más absoluta opacidad, en mitad del fragor de la campaña electoral. Con la entrega de todo su negocio a Banca Cívica SA, los objetivos prioritarios de contribuir al bienestar general, de facilitar y fomentar la formación y capitalización del ahorro, así como de crear y sostener obras sociales y benéficas y, en general, atender a todo aquello que contribuya al desarrollo de la cultura y riqueza material e inmaterial de Nafarroa fueron sacrificados a los dictados del mercado. Vender un patrimonio de todos los navarros, clave para la construcción de un futuro de prosperidad arraigado en la realidad sobre el terreno, supone un ataque a los bienes colectivos sin precedentes. Esa decisión podría haberse retrasado. Hacerlo a cinco días de las elecciones resulta una provocación obscena, una enorme cobardía política.
Los responsables de Caja Navarra apostaron por su bancarización y se fueron hasta las Islas Canarias y a Burgos en busca de socios. En el camino tuvieron que tragar con Cajasol y los desmanes del ladrillo de la costa andaluza. La alianza lógica, natural y económicamente más ventajosa habría sido la fusión con el resto de cajas vascas que cuentan con un diferencial, una solidez patrimonial y unos resultados operativos muy superiores y que en absoluto les obliga a salir a bolsa. Pero querían ir muy rápido, constituir la Fundación que sucederá a Caja Navarra antes de que se celebrasen las elecciones para que nadie pudiera condicionar el proceso. Así, lo han llevado al mayor de los despropósitos, con unas consecuencias que Nafarroa puede pagar muy caro. Ahora los fondos de inversiones comprarán el valor de las acciones con descuentos brutales y la exigencia del control sobre la gestión.
Miguel Sanz se va y deja como testamento una Nafarroa sin Caja Navarra. El nuevo Gobierno y Parlamento de Nafarroa deberían hacer uso de sus competencias y atribuciones, ponerse manos a la obra, corregir inmediatamente el rumbo y parar este disparate.