Crónica | Acción por sorpresa
LAB irrumpe en el laberinto sueco para denunciar «la explotación laboral»
Los representantes de LAB llegaron por sorpresa al centro comercial Ikea para denunciar que la multinacional sueca «pisotea los derechos de las trabajadoras». Hace dos días Ikea «se mostró como un centro ideal para trabajar, pero no es así. Hay persecución sindical, se paga poco y se cuida poco la salud de las trabajadoras».
Juanjo BASTERRA
Por sorpresa. Así les pilló la acción de denuncia de alrededor de un centenar de delegados de LAB que acudieron a las instalaciones de Ikea. Reunidos en el nuevo comedor de ese centro comercial comenzaron a hacer pitar los silbatos y a lanzar proclamas y octavillas en contra de la dirección de este centro comercial de origen sueco. «Aquí se explota» y «Adierazpen askatasuna» fueron las que más se oyeron ante los atónitos vigilantes de seguridad y las miradas indiferentes de los empleados de Ikea.
Alberto Alonso, de LAB de Barakaldo, explicó a GARA que «estamos para denunciar la vulneración y el recorte de derechos que está sufriendo la plantilla por parte de la dirección de esta empresa». Señaló que cuenta con una denuncia de Osalan, porque los reconocimientos médicos que hacía «no estaban homologados, ni el personal tenía los permisos adecuados». También dijo que Ikea «no acepta la libertad de expresión, dado que nos ha arrancado carteles y nos ha retirado las informaciones que ofrecemos. Ikea no los quiere».
Según el representante de LAB, el centro comercial sueco «tampoco quiere a candidatos en las elecciones sindicales. Les amenazó con el despido inmediato si no se borraban de nuestra candidatura».
«Culebra sindical»
Tras unos minutos ruidosos en el comedor, la «culebra sindical» comenzó a moverse por el centro comercial, por la zona de las habitaciones, por las mesas, por las cocinas, por el textil y por los complementos de jardín, hasta que la vuelta por el laberinto sueco hizo que se dirigieran hacia la salida.
Tras bajar de planta, llegaron los efectivos de la Ertzaintza, que estuvieron desbordados. Corrían entre minimesas y sillas, entre vasos y juegos de café intentando alcanzar la cabeza de la larga fila de sindicalistas. Llegaron casi al final, justo antes del área de iluminación. En ese momento, al mando de la Ertzaintza se le ocurrió que allí se paraba la marcha. Ni más ni menos. Entonces, la reacción fue desandar el camino lo que, de nuevo, provocó las carreras entre vasos, bombillas y lámparas de los agentes hasta que lograron llegar al final de la larga fila de sindicalistas, aunque convertida por unos segundos en cabeza.
Algunos empleados y empleadas de Ikea explicaban a los del «buzo negro» que esa actuación ni había impedido que siguieran denunciando la explotación laboral en ese centro comercial ni que terminaran los pitidos ante las miradas atónitas de los clientes de ese centro comercial. Les obligaron a parar, a pesar de esas advertencias, hasta que de nuevo se encendió la bombilla de alguno de los mandos de la Policía autonómica y les desalojaron por la salida de emergencia, una escalera que condujo a los sindicalistas al parking inferior de Ikea para salir por una lado del centro comercial.
No se permitió a los sindicalistas que utilizaran la puerta de salida de los clientes. Sin embargo, poco les duró esa alegría, porque se concentraron a las puertas del centro comercial para denunciar «la vulneración de derechos de Ikea».
Alberto Alonso dijo que el centro comercial «ha vulnerado nuestro derecho a la protesta llamando a la Ertzaintza» y recordó que «como ciudadanos tenemos unos derechos intactos, aunque entremos en Ikea».