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Dudas en el banquillo

Los números avalan a Joaquín Caparrós, pero amigo...

No suma malos números esta campaña el equipo del técnico andaluz. Puntos, victorias, goles... Pero la luna de miel parece tocar a su fin y, si a él le salen novias, en Ibaigane -dicen- ya le hacen la cama.

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Joseba VIVANCO

Lo dijo en su día un viejo zorro en este deporte como es Joaquín Caparrós, exactamente el 14 de diciembre de 2008, de una forma un tanto extemporánea: «En el fútbol se pasa de puta a monja en cinco minutos». Y hoy, habría que añadir... y al revés. Porque el técnico del Athletic, a punto de culminar su cuarta temporada al frente del equipo bilbaino, donde ya está en el podium de entrenadores que más partidos han dirigido a los rojiblancos en su historia, presenta estos días las dos caras.

Un análisis riguroso y frío de las estadísticas que acumula el de Utrera revela un trabajo que parece bien hecho, más allá del indudable logro que es alcanzar dos temporadas la competición europea y llevar al equipo a una final copera. Primero, Caparrós ha logrado avanzar hacia ese objetivo histórico de hacer de La Catedral un bastión imbatible: siete victorias en su primer año, nueve en la siguiente, once en la tercera y otras once en ésta. Eso sí, en su debe, que los `grandes' casi siempre escapan ilesos.

Otro mérito del andaluz es que podrá mostrar la mejor clasificación y puntuación en la década si gana en Santander y suma los ansiados 58 puntos.

Además, el once bilbaino está a dos goles de igualar los 59 con los que el Athletic de Valverde acabó la temporada 2004-05 (con 12 de Urzaiz, 11 de Ezquerro y 8 de Yeste); inalcanzables están los 63 de la 2002-03. Pero con Caparrós la estadística goleadora ha ido hacia arriba cada año: 40, 47, 50 y, de momento, en la actual, 57 tantos. Así que, por goles no será.

Flojos finales de temporada

Los datos están ahí. Al menos algunos de los estadísticos. Como defendía el club en su nota de prensa tras lograr el pasaporte europeo, «algunos, o muchos, tienen derecho a pensar que la vigésimoquinta clasificación europea de nuestro equipo no deja de ser error del resto más que acierto propio, como si estuviéramos, incluso históricamente, uno de cada dos veranos en Europa», señalaba.

Pero, como dijo una vez Harry Truman, «es más fácil ser presidente de los Estados Unidos que entrenador de fútbol». Y más ingrato, cabría añadir. San Mamés casi dictó sentencia el pasado domingo tras el encuentro contra el Málaga -otra cosa es lo que decida la próxima junta directiva-, y es que la grada, que para eso paga y exige, quiere resultados, sí, pero también juego; incluso demanda el gure estiloa que muchos enarbolan estos días. Y piensa que esta plantilla, con estos mimbres, puede y debe jugar a algo más que a poner balones en la testa de Fernando Llorente, por muy efectiva que sea esta táctica.

Lo cierto es que ha sido el juego de estas últimas jornadas el que ha enervado a la afición. Tanto Caparrós como los jugadores lo achacan a que han llegado al final de temporada con el depósito justito, física pero también mentalmente. Desde hace semanas, cada partido ha sido un match ball. Pero es que los flojos finales son ya un lastre para el Athletic desde hace años. La web athleticmania.com se hacía eco de ello estos días. En siete de las trece últimas campañas el Athletic sólo ha conseguido cinco o menos puntos de los posibles 15 finales. Y en la presente, lleva cuatro a falta del partido contra el Racing.

A Caparrós le salen novias, pero ya suenan otros entrenadores. Dicen que está sentenciado. Veremos cuándo será valorado.

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