El proceso postelectoral en Nafarroa ha entrado en un compás de espera forzado por la dirección del PSN, que ha decidido abrir un «proceso de reflexión». En realidad, lo que hace es esperar las decisiones que emanen de la sede central del PSOE en la calle Ferraz de Madrid. Sólo en el caso de que la dirección estatal diera su visto bueno el PSN accedería a sondear un gobierno alternativo, para lo que Roberto Jiménez necesitaría lograr los ocho votos de Nafarroa Bai, los siete de Bildu y los tres de Izquierda-Ezkerra (I-E).

La hipótesis parece poco probable, pero José Blanco no la descartó expresamente en su comparecencia del lunes en Madrid, dado que habló de buscar «alianzas progresistas» en algunos lugares del Estado y citó el caso de Nafarroa. Pero la frase sonó más a un intento de edulcorar el fiasco electoral del PSOE en este primer golpe, mediante la apertura de todas las expectativas posibles, que a una intención real.

De hecho, en el resto de puntos del Estado citados por Blanco (Canarias, Galicia...), el PSOE empieza a hacer movimientos, pero no en Nafarroa. Y además, mientras tanto su «vecino» Patxi López deja claro que descarta cualquier pacto con Bildu.

Barcina y Jiménez

De momento, el PSN ha decidido desaparecer completamente de escena, con lo que de paso ha evitado cualquier crítica interna por el peor resultado de su historia en Nafarroa (poco más de 50.000 votos y menos de diez parlamentarios por vez primera). En cualquier caso, se sabe que Jiménez habló telefónicamente con Yolanda Barcina y que ésta le emplazó a evitar cualquier opción que suponga tener que contar con votos «independentistas».

Tras ello, la presidenta de UPN y candidata a la Presidencia del Gobierno navarro se mostró muy tranquila ante el futuro, aunque matizó que el PSN sólo le dijo que necesita tiempo.

A medio plazo, el PSN parece abocado además a revisar su estrategia en Nafarroa, ya que Jiménez no ha cumplido las expectativas que le fijó el PSOE cuando lo elevó al liderazgo del partido en 2008. El apoyo incesante a UPN se ha traducido en otro gran bajón electoral

Por si acaso, Barcina recordó ayer que UPN y PSN siempre se han entendido bien en Nafarroa. La única excepción fue en 1995, cuando Javier Otano optó por conformar un tripartito alternativo con CDN y EA y el apoyo externo de IUN. Cuando ese ejecutivo aprobó la iniciativa del Organo Permanente de Encuentro entre Iruñea y Lakua, desde la derecha se sacaron a la luz las cuentas suizas del PSN, tituladas por el propio Otano, y el gobierno cayó. UPN ha gobernado desde entonces a través de Miguel Sanz, y prácticamente siempre con el apoyo del PSN.

Tanto Barcina como Sanz remarcan que Jiménez no puede apoyarse en votos que cuestionen el actual estatus de Nafarroa. En una entrevista a EsRadio, la hasta ahora alcaldesa de Iruñea dijo ayer que «en ese caso dejaríamos de ser una autonomía y seríamos una diputación más de una Euskal Herría que nunca ha existido».