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Pakistán atraviesa sus horas más bajas tras los ataques continuados de los talibanes

GARA | ISLAMABAD

Las fuerzas de seguridad de Pakistán no pasan por su mejor momento. Después de que las fuerzas estadounidenses les relegaran el pasado 2 de abril a un segundo plano tras la ejecución extra-judicial de Osama Bin Laden, el líder de Al Qaeda más buscado del mundo, la noche del domingo sufrieron un nuevo ataque, el cuarto en apenas un mes, por parte de milicias talibán. Tras un cruento combate que duró 17 horas, un grupo de seis talibanes -quince, según datos de la Marina- acabó con la vida de trece soldados y destruyó dos aviones de vigilancia en una base militar de Karachi. Tres activistas también perecieron en el enfrentamiento, pero los demás consiguieron huir. El ataque fue reivindicado horas después por el Movimiento de Talibanes de Pakistán (TTP).

Después del evidente fracaso, son muchos del parecer de que el Ejército paquistaní protagoniza sus horas más bajas, tal y como muestran las diferentes portadas y noticias recogidas por los medios internacionales. «Un fracaso épico», titulaba la editorial del diario «The News»; «The Nation», por su parte, iba más allá al asegurar que el ataque «no pretendía causar daño, sino dejar en evidencia la incapacidad del Ejército de protegerse».

«Las muertes y los ataques recientes parecen formar parte de una campaña continua para desestabilizar y desmoralizar al Estado de Pakistán», reiteraba el analista Imtiaz Gul. Y es que, no es solo el hecho de que las milicias hayan logrado entrar hasta las entrañas de una base militar, sino el que varios activistas consiguieran huir el que ahonda más si cabe en el declive de las fuerzas de seguridad.

«¿Qué confianza puede tener el pueblo en las Fuerzas de Armadas cuando ve que sus mismos protectores son víctimas del terrorismo en el corazón de la ciudad más grande del país?, se preguntaba ayer el diario «Dawn».

Reconocimiento internacional

Pakistán es uno de los aliados clave de Washington en «la guerra contra el terrorismo», por lo que se ha convertido en los últimos años uno de los principales blancos para las milicias talibán. Desde el año 2007, unas 4.400 personas han muerto en cerca de 500 ataques perpetrados por los activistas, después de que Al Qaeda decretara la Yihad, Guerra Santa, contra los Estados Unidos y todo el que los apoyara.

Islamabad ha intentado varias veces ver reconocida su labor contra «los terroristas» por la «comunidad internacional», como así lo manifestó el propio ministro del Interior, Rehman Malik, el pasado lunes: «Necesitamos apoyo moral. Miren lo que aguantamos después de esta guerra. Nos enfrentamos no solo por Pakistán, sino también por todo el mundo».

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