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Indignados y sin camisa de fuerza

La protesta colectiva que desde el 15 de mayo ocupa diferentes plazas públicas del Estado español, Catalunya y Euskal Herria destaca por ser pacífica, responsable y creativa. A pesar de la falta de liderazgo y de objetivos finales claros, de una mezcla agotadora de temas y reivindicaciones, han sido muchos los ciudadanos que participan convencidos de ser protagonistas de algo importante, de un movimiento de inspiración que ha sido capaz de articular un respuesta ciudadana ante un sistema político enormemente deteriorado y una economía depredadora que saquea los bienes colectivos. Mediante la ocupación del espacio público, tanto el real de las plazas como el virtual online, esos ciudadanos han dado un ejemplo que es portador de esperanza y de oportunidades para un cambio oxigenante, sistémico y radicalmente democrático. En campaña, la clase política dominante los «comprendió» y optó por «tolerarlos» para evitar males electorales mayores. Pasadas las elecciones, llueve sobre mojado. La Plaza Catalunya de Barcelona fue ayer un claro y triste ejemplo de ello.

Con el pretexto de limpiarla, CIU mando a cientos de antidisturbios para desalojarla con un balance de más de 120 heridos, varios detenidos y escenas de una brutalidad policial insoportable. Escudándose en el mismo argumento del PP madrileño, que compara las acampadas con un «sucio poblado chabolista», el consejero catalán de Interior, Felip Puig, ordenó «limpiar» la calle y «borrar» la protesta. Torpe e inútil decisión. Los ciudadanos ya han recuperado la plaza. El oportunismo y el autoritarismo de la derecha catalana -cuya primera decisión efectiva al llegar al poder fue anular la obligación de grabar a los detenidos en las comisarías- refuerza en razones y simpatía a quienes luchan contra su política de «camisa de fuerza».

La élite de políticos está preocupada. Ve que la gente reclama la política para que lo que ahora parece políticamente imposible sea pronto políticamente inevitable. La consigna de Mao toma sentido: «Hay un gran caos bajo el cielo, la situación es excelente».

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