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El Guggenheim de Bilbo inaugura Nerua, un nuevo restaurante con vocación Michelin

Nerua es el nuevo restaurante con el que el Museo Guggenheim se complementa. Un espacio de alta cocina, con capacidad para cuarenta personas, a cargo del joven restaurador Josean Martínez Alija.

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Pablo CABEZA | BILBO

Ayer se inauguraba para los medios de comunicación, hoy para el público, Nerua, un restaurante que apuesta por ofrecer al público una oferta gastronómica «internacional y de calidad», en palabras del director del museo, Juan Ignacio Vidarte. También apuntó que Nerua venía a ser un «complemento necesario y deseado», en referencia al sueño de integrar un elemento tan importante, ahora mismo, como la alta cocina dentro del proyecto del Guggenheim.

Un emocionado Josean Martínez Alija (33 años y considerado como uno de los máximos exponentes de la nueva hornada de la restauración vasca) expresó que «esto es increíble: son muchas horas de trabajo, de ilusión. Yo me sentaba en esta esquina durante las obras. Miraba lo que se estaba haciendo y no salía de mi asombro». Lo que veía el cocinero, al margen de sus sueños, era una cocina abierta al público. Es decir, cuando se entra, lo primero que se ve son los fogones y a los cocineros elaborando los platos. La sensación que se percibe es extraña, pues domina el silencio (quizá porque los trabajadores pueden ser observados por los clientes) y la impresión que da es de que aquello no es la cocina, un lugar repleto de mercancía, platos, fogones y demás aparatos. Además, el aspecto visual de techos, pasillos y paredes es sobrio, estilizado y elegante.

Obviamente el diseño es parte fundamental del restaurante, por lo que se han cuidado al máximo los detalles y los objetivos. Los electrodomésticos, por ejemplo, han sido diseñados por Fagor Industrial en exclusiva, desde su punto logístico de Oñati. Han sido años de estudio y adecuación de los elementos. Los extractores pasan inadvertidos, los olores o el calor propio de un lugar como éste resultan inapreciables. De hecho, si no fuera por algunos alimentos manipulados a la vista, aquello podría pasar por el recibidor de un hotel.

La historia es tan coqueta, que hasta tres comensales pueden comer en un pequeño espacio reservado en el mostrador de la cocina.

El comedor no posee elementos ornamentales, salvo que se interprete que la propia intencionalidad desahogada ya lo sea, que los tonos claros sean parte de la nada perceptible o que las curvas de las sillas tengan un ordenador detrás.

El espacio no es muy grande, 40 comensales. Tampoco la alta cocina puede ser masiva. Un ventanal permite observar la parte trasera del Guggenheim, la relajante balsa de agua que lo vigila, el paseo de Abandoibarra y la Ría, mal llamada del Nervión en el dossier de prensa, ya que desde hace años el nombre oficial es Ibaizabal.

Alta cocina y opción económica en el Bistró

La sana y noble intención de Nerua es conseguir con el tiempo alguna estrella Michelin, observación que sólo se mencionó en la intimidad del almuerzo. No obstante, el proyecto también cuenta con el Bistró Guggehheim Bilbao, un restaurante ya existente, situado a unos metros, pero que ahora se «alimentará» de la cocina de Nerua, pero con precios más asequibles. En el «salón madre», el menú cuesta 70 euros más IVA, mientras que en el Bistró el precio es de 32 más IVA. El proyecto también está dotado con un centro dedicado a la investigación y desarrollo de nuevas ideas culinarias. P. C.

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