Nadie tiene la certeza de que las actitudes violentas se reproduzcan por contagio. O al menos no solamente por ello. Por lo tanto las recomendaciones que desde organismos oficiales se lanzan para evitar cierto tipo de comportamientos se reciben en la mayoría de los casos con recelo cuando no con un rechazo frontal, en ocasiones debido a unos automatismos de defensa ante la manía del gobernante por inmiscuirse allá donde no le mandan.

Ahora una ministra en las puertas del derribo por cese del negocio, recomienda a los medios, especialmente a los audiovisuales, que no se reproduzcan las escenas de violencia de género. Este tipo de advertencias, solicitudes o recomendaciones se basan en la convicción de que si se ven escenas de este tipo a alguien se le puede disparar la necesidad de imitarlas. Lo aseguran también sobre los suicidios. O sobre casi todo tipo de violencia. Lo dicen, lo argumentan, pero no existe manera posible de una comprobación fiable. Y si nos ponemos a mirar con detenimiento hasta podemos asegurar justo lo contrario.

Es indudable que existe una profusión de imágenes, reales o de ficción, de alto contenido violento. ¿Qué es mejor ocultarlas o mostrarlas? Ocultarlas puede resguardar algunos derechos de intimidad, y para ello se debe tener mucho cuidado para no añadir más sufrimiento a las víctimas, pero puede instalarse un arbitrio que roce la censura. Y no solamente por motivos humanísticos, sino religiosos o ideológicos. Los suicidios han sido silenciados de manera vergonzante.

En la otra postura, la de mostrar esa realidad, con la crudeza que se considere oportuna, se asegura que se trata de una catarsis que alerta, que conciencia a la sociedad, que ayuda a la prevención al conocerse los comportamientos, los actos y sus resultados. ¿Puede alguien encontrar pistas, modos de ejercer la violencia al verlas hacer a otros? Cuesta aceptar que la narración de una salvajada, sea oral o con imágenes, sirva para que otra persona la repita. Pero seguro que el clima general sí propicia ciertos comportamientos que son difíciles de contener con meras recomendaciones. Si hay que elegir, es preferible conocer que ocultar.