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Crítica | Ensayo

«El Islam. Historia y modernidad» El Islam, ese desconocido

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 Iñaki URDANIBIA

Acabado un coco –el comunismo– con el derrumbe de la URSS y sus acólitos, había que hallar otro de recambio con el que concitar la unidad frente al enemigo y esto se hizo con suma rapidez: el Islam, los musulmanes, los islamitas, los árabes... todo mezclado en una amalgama sin par. Si esto es cierto desde hace unos años, en la última década la cosa ha adquirido unas dimensiones tremendas, en las que se mezclan el 11-S y el 11-M con la cuestión palestina, los talibanes, la deriva fanatizada de Irán y, como compendio más cercano de la brutalidad y falta de civilidad, la «muchachada» de la banlieue.

El inevitable «choque de civilizaciones» sirve para dar pábulo a posturas xenófobas e islamófobas como las de Oriana Fallaci o las del creador de la teoría recién mentada, Samuel Huntington. Según estas visiones, entre su cultura y la occidental se produciría una sima  tal que haría imposible el entendimiento y hasta la comunicación, al hablarse idiomas dispares, como si existiera entre ambos un diferendo (un différend que diría Jean-François Lyotard) que convirtiese los posibles litigios en irresolubles.

Con semejante panorama, libros como el del sociólogo, antropólogo y sicoanalista argelino Malek Chebel son de alabar, pues supone una acercamiento que se mueve por las lindes que bordean lo positivo y lo negativo, lejos pues de las descalificaciones o los halagos. Este especialista ya había mostrado su dominio en obras sobre los símbolos y la sexualidad en el credo musulmán; más en concreto en el terreno de la divulgación, que no simplificación. Chebel completa lo que iniciase en el “Diccionario del amante del Islam” (Paidós) y que bien podría catalogarse como «el islam explicado a los reacios», al no ensalzar tal creencia, ni pretender la conversión de nadie, limitándose a clarificar las oscuridades tergiversadoras.

El recorrido que propone es escalonado. Comenzando por datos históricos acerca de la vida del profeta y la constitución de su religión, vamos viendo sus preceptos, las grandes corrientes y escisiones que se han producido, para continuar situando la presencia de ciertos personajes bíblicos en el Corán, sin olvidar un capítulo dedicado a la mujer, el sexo y los contratos matrimoniales. El repaso a la actualidad resulta sugerente al abrir distintas pistas de cara a la interpretación del integrismo y sus más destacados representantes (los hermanos musulmanes, los jomeinistas, etc.) para trazar unas pinceladas finales sobre un Islam ilustrado que podría venir de la mano de nuevas interpretaciones de los textos sagrados, en las que se huyese de la «mirada mutilada» con la que muchas veces dichos países miran a Occidente como única vía posible hacia el desarrollo.

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