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CRÓNICA | iniciativa itsasoruntz

Masivo chapuzón por el diálogo y el acuerdo en el Puerto Viejo de Algorta

El Puerto Viejo de Algorta fue el escenario donde cientos de personas en tierra firme y en el agua reivindicaron el diálogo y el acuerdo para avanzar hacia un escenario en el que todos los derechos sean respetados, también los de los represaliados políticos. cerca de 150 surfistas que participan en Itsasoruntz fueron capaces de conformar en la mar con sus cuerpos y tablas un mapa de Euskal Herria con una fecha roja y una gran ola, símbolo de la iniciativa popular.

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Agustín GOIKOETXEA I

La llama de la esperanza está más encendida que nunca y un fiel reflejo de ello fueron los cientos de personas que acudieron ayer al Puerto Viejo de Algorta a participar en una nueva edición de Itsasoruntz. Los surfistas de Uribe Kosta llevan ya cinco años impulsando esa gran ola de ilusión que ha empapado a buena parte del país y desde su cresta insistieron en la importancia de mojarse para que el proceso no se detenga.

Los tres grandes retos, señalaron desde Itsasoruntz, es profundizar en una cultura de diálogo y acuerdo, en el que no tengan cabida las exclusiones. Este fue precisamente el mensaje que transmitió el escritor Unai Elorriaga desde la txalupa que sirvió de escenario. Elorriaga insistió en que el diálogo no es algo extraño al ser humano y los políticos tienen que ser conscientes de ello, como los ciudadanos que no tienen de adoptar una postura pasiva.

También se reivindicó en el Puerto Viejo el respeto a los derechos civiles y políticos de todos, como los derechos humanos individuales y colectivos. «El pueblo tiene la palabra, el pueblo tiene la llave. Hagamos entre todos la mejor ola de nuestra vida», manifestaron los surfistas implicados en la lucha por un futuro mejor para Euskal Herria.

El sol saludó la propuesta y fue testigo de la implicación de personas de todos los colores. Los bertsos de Jone Uria, Arrate Illaro y Jon Maia aportaron su fuerza a la ola que Itsasoruntz quiere transformar en un tsunami. Un grupo de niñas danzó al son de ``Itsasoa laino dago'', de Urko, y más tarde a ritmos hawaianos, pero quien puso la ternura, no sólo en los más txikis, fue Porrotx que, después de deleitar a los presentes con algunos de sus números mágicos, metió en una botella un dibujo suyo con un ``Maite zaitugu'' dirigido a los vascos que permanecen encarcelados.

Mensaje de Porrotx al mar

Porrotx descendió de la txalupa-escenario y ni corto ni perezoso se adentró sobre varias tablas de surf en el Cantábrico para lanzar la botella. La expectación desde el muelle fue creciendo como la inestabilidad de la improvisada embarcación y el simpático payaso, que se había implicado en la iniciativa de Itsasoruntz, terminó mojándose más en el estricto sentido de la palabra.

El náufrago de pelo azul y nariz roja trató de asirse a la ikurriña que flotaba sobre el mapa de Euskal Herria dibujado en la mar pero tuvo finalmente que ser rescatado. Porrotx, eso sí, consiguió su objetivo, mandó la botella con el mensaje solidario hacia las presas y los presos dispersadas en las cárceles españolas y francesas, y con su gran corazón les envió el tesoro más preciado para un payaso, su nariz roja. Empapado hasta el tuétano no ocultaba su satisfacción por la misión cumplida, aunque fuera tras un sorpresivo naufragio en pleno Puerto Viejo.

La música de Gibel Urdiña amenizó la espera y los preparativos de los surfistas para conformar el logo de Itsasoruntz. Tras repartirse por colores (blanco, rojo y azul) y dar las últimas explicaciones, los surfistas fueron agasajados con un aurresku de honor, bailado por una joven encima de unas tablas, cuya finalización de intensificaron los gritos de ``Euskal presoak Euskal Herrira'' o ``Presoak kalera amnistia osoa''.

A partir de ahí, los surfistas ataviados de blanco conformaron el mapa del país, los de rojo la flecha y los de azul la gran ola. El objetivo estaba conseguido aunque la fiesta continuó

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