Gustavo Salmerón, Marian Álvarez y Roger Casamajor forman un triángulo amoroso un tanto desequilibrado, con el primero forzando las escenas de acción, por aquello de querer imprimir a su caracterización un aire de tipo duro. Para dar cuerpo al exconvicto que le toca en suerte interpretar, parece haberse inspirado en la chulesca imagen de Carlos Tarque, cantante del grupo M Clan. Como suele ocurrir en este tipo de producciones menores los secundarios poseen mayor fuerza expresiva y poder de convicción, en especial el veterano Joan Molina, que da vida al viejo y enfermo dueño del canódromo que quiere dejar el peligroso negocio en manos de su sobrino.

El joven y conflictivo protagonista tratará de sobrevivir en ese entorno violento, presentado como un ring en el que los hombres luchan entre sí sin darle una oportunidad a los sentimientos, porque mostrarlos sería tomado como un signo de debilidad, aunque ello suponga perder definitivamente la oportunidad de ser redimidos por el amor de la mujer cansada ya de tanto esperar.