Portugal: alternancia no es alternativa
Portugal votó ayer para elegir un nuevo Gobierno cuyas manos están de antemano atadas por las obligaciones del rescate de su economía por parte de la troika del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. Los 78.000 millones de euros que han comprometido para salvar un país insolvente les convierte, más que en prestamistas, en los verdaderos propietarios de Portugal. Como país tutelado, para pagar las deudas con los bancos los recortes en sanidad, educación, energía y transportes están en el menú. También las privatizaciones, la subida de IVA, la flexibilización del mercado laboral, la congelación salarial, y los despidos facilitados. De hecho, los tres partidos mayoritarios, el Partido Socialista del actual primer ministro Sócrates, el derechista Partido Social-Demócrata del aspirante Passos Coelho y el democristriano Centro Democrático y Social-Partido Popular de Paulo Portas han aceptado los términos del rescate y han firmado cumplir el mandato de los nuevos propietarios de Portugal.
Las resultados electorales perfilan una alternancia en el poder sin alternativa alguna para un país donde la enorme cólera social contra la sumisión de los tres grandes partidos a la austeridad impuesta no ha encontrado la fórmula de expresarse masivamente. La coalición de comunistas y verdes, contraria al «robo de las riquezas», y el Bloque de Izquierdas, que pedía «justicia», acreditan conjuntamente un porcentaje significativo del voto pero insuficiente para un cambio de rumbo radical. La victoria de Passos Coelho parece que no será por mayoría absoluta y necesitará una coalición con el CDS-PP. El panorama portugués se armoniza así con el europeo. De los 27 estados de la UE, 23 cuentan gobiernos de derecha, más o menos centrada o populista, con un declive sin precedentes de la socialdemocracia tradicional.
Muchísimos portugueses estiman, en referencia a la revolución de los claveles de 1974, que Portugal necesita un nuevo 25 de abril; y muchos creen que esta vez debiera ser sin flores. Frente a la alternancia sin alternativa, esa parece la alternativa más real y eficaz para que los portugueses sean dueños del destino de su país.