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Ellos, Paul Hornschemeier y Bastien Vivés, hablan de ellas

Igual que Flaubert cuando se metió en el pellejo de Madame Bovary, o Balzac cuando escribió su «Eugenia Grandet», dos de los mejores autores de cómic del momento acaban de publicar sendas novelas gráficas en las que analizan algunas claves de ser mujer en el siglo XXI.

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Yahvé M. de la CAVADA | BILBO

A Amy y a Charlotte, protagonistas de «La vida con Mr. Dangerous» (Astiberri) y «Ella(s)» (Diábolo), respectivamente, les separa casi una década. La primera, cumple 27 años a mitad de la historia y, la segunda, está a punto de cumplir 19. No obstante, a pesar de la diferencia de edad, esa distancia generacional no es más que otro factor común entre los autores de ambas obras. Paul Hornschemeier nació en 1977, lo que le sitúa con 28 años cuando comenzó a retratar a Amy, en 2005. El caso de Bastien Vivés es todavía más sorprendente, puesto que «Ella(s)» fue publicada en el Estado francés en 2007, cuando el autor sólo tenía 23 años. Las protagonistas de ambos libros son herederas de su realidad y de la de sus creadores, con unas cuantas diferencias clave, como la edad y el país de origen, y otras cuantas cosas en común, más trascendentes y existenciales.

«La vida con Mr. Dangerous» comienza con una conversación telefónica en off sobre algunas imágenes de la rutina diaria de la protagonista. Amy vive dominada por la apatía, producto inevitable de los aspectos más grises de la sociedad norteamericana. La protagonista asume la soledad como una especie de castigo por la falta de dirección, de decisión y de objetivos concretos en su vida. En un alarde de valentía (titubeante, por otro lado), deja a su novio después de diez años de ser tratada de manera condescendiente, dura y cruel. Pero incluso esa decisión parece inmersa en cierta desidia, en ese diminuto continuo que es su vida, lleno de planes sin concretar y de anhelos no correspondidos. Así que, cada noche, se deja caer en su sofá para encerrarse en el mundo de Mr. Dangerous, el protagonista de una delirante serie de televisión.

Hornschemeier es un narrador excepcional, cosa que ya ha demostrado en otras novelas gráficas fabulosas, como «Las Tres paradojas» o la sobrecogedora «Madre, vuelve a casa» (las dos publicadas por la editorial bilbaina Astiberri). Su habilidad para crear ambientes, entre lo opresivo y lo cotidiano, es tremenda, al igual que su talento para doblegar el discurso narrativo del cómic de forma casi metalingüística.

Por su parte, Bastien Vivés se dio a conocer, hace poco más de un año, con una pequeña obra maestra llamada «El gusto del cloro» (Diábolo). El joven autor es un auténtico maestro narrativo, puesto que consigue transmitir autenticidad en cada escena, y manipula al lector mediante el uso del color, el grafismo y el uso de diálogos tan cotidianos como certeros. «Ella(s)», subtitulado «Alice, Charlotte y Renaud», también se abre con una conversación telefónica, esta vez entre Charlotte y Alice.

Escapar y experimentar

Son jóvenes, buenas estudiantes, muy atractivas y, como es natural a su edad, quieren conocer gente y pasarlo bien. Enseguida aparece la figura de Renaud, un personaje de perfil casi antagónico al de las chicas; callado, taciturno, de clase más humilde, siempre vestido de negro y con una actitud aparentemente pasiva y sumisa, todo lo contrario de la explosiva Charlotte. No hay romance (si acaso, tan sólo sobrevuela la historia), sino confrontación (por parte de ellas) y observación (por parte de él) en una sociedad sexista y primaria en la que parece que sólo hay dos opciones: devorar o ser devorado.

Amy y Charlotte. Una lucha contra sí misma y, la otra, da bandazos en un entorno lleno de lobos con piel de cordero. Una quiere escapar y no sabe cómo, mientras que la otra quiere experimentar en busca de algo que le haga sentir bien, aunque la mayor parte de las veces acabe sintiéndose mal. Una vive en la Norteamérica deshumanizada que prescinde con convicción de «los perdedores» y desdibuja su ciudadanía a golpe de jerarquía social. La otra vive en un París colorido y emocionante que abre sus brazos ante jóvenes atractivas como ella. Las dos están perdidas, a su manera.

Detalles narrativos

El retrato de Hornschemeier es mucho más certero y definitivo. Ahonda en la miseria del personaje sin hundirlo y le da tregua de forma natural y realista. Vivés es más esclavo de su juventud y se centra en aspectos más banales, sin llegar a despegarse nunca de su propia perspectiva. Sin embargo, su talento visual, su dominio plástico de los colores, asociándolos a ambientes, emociones o situaciones, anticipa en esta obra detalles narrativos que más adelante explotaría al máximo en títulos como «En sus ojos» o «Amistad estrecha» (ambas publicadas por Diábolo). Aún así, los dos autores retratan realidades muy diferentes -aunque paralelas- con los ojos de su propia generación. Una generación que, muchas veces, concentra su lucha en encontrar su lugar en este mundo de locos. Que no es poco.

HORNSCHEMEIER

Hornschemeier es un narrador excepcional, cosa que ya ha demostrado en otras novelas gráficas fabulosas, como «Las Tres paradojas» o la sobrecogedora «Madre, vuelve a casa».

VIVÉS

Bastien Vivés consigue transmitir autenticidad en cada escena, y manipula al lector mediante el uso del color, el grafismo y el uso de diálogos tan cotidianos como certeros.

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