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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Ahora resulta que tenemos un virus

La incapacidad para comprender lo que sucede en sitios que no conocen lleva a un buen número de columnistas y opinadores de diverso pelaje hispano, a caer en el insulto facilón. Ayer en «La Gaceta», de Intereconomía, Javier Domenechy sentenciaba que «la presencia masiva de votos a favor de Bildu es la expresión de una sociedad enferma». Pues a mí me parece que está más sana que una pera.

Según el columnista-forense, «el hecho más significativo es que más de 300.000 vascos han apoyado su presencia, en algunos lugares de forma mayoritaria. Esta situación es el resultado de un visionario entendimiento de la convivencia promovido por los responsables políticos que, desde hace décadas, propician la educación nacionalista y el odio en las ikastolas». Ya sabía yo que, al final, saldrían las ikastolas.

Y va más allá el pájaro: «Bildu se ampara no sólo en sus votantes, sino en la complicidad del PNV (...) Cuando una cuarta parte del electorado sostiene a quienes han hecho del asesinato y la extorsión su modo operativo, cuando desde la dirección de los partidos nacionalis- tas, con ayuda del Gobierno central, permite que la hidra siga multiplicando sus cabezas, algo grave ocurre en esa sociedad». Y como no alcanza a comprenderlo, en lugar de venir, ver y preguntar, se limita a insultar. Son así.

A falta de recursos propios, es fácil recurrir a los topicazos: «En el País Vasco existen todos los tintes que tuvieron lugar en los lejanos tiempos de la República alemana de Weimar. Las huestes nazis recogían el voto del nacionalismo radical y la sociedad justificaba toda su violencia y les abría, con una concepción perversa de la democracia, el acceso al poder». O sea, que además de enfermas, engañadas.

Y luego ya se desboca: «Hoy, la mayoría de su juventud, sus clases dirigentes, sus periódicos, empresarios y profesores, funcionariado público, el clero, los habitantes de los pueblos... apoyan los supuestos derechos de quienes hacen de la serpiente y el hacha su seña de identidad, como otros adoraron las esvásticas asesinas». Ya ven cómo nos ven desde Madrid.

Por eso no extraña el corolario de esta perla sin precio: «El País Vasco está enfermo, gravemente infectado por el virus».

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