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La Red de Casas de la Música de Euskal Herria se presenta como un dinamizador de la escena

Tomando prestada la experiencia acumulada por un proyecto similar que lleva seis años funcionando en Catalunya, cuatro agentes de la cultura proyectan implantar un modelo similar en Euskal Herria.

Pablo CABEZA | BILBO

Amets Rodríguez, de Emankor Sarea, la empresa privada que gestiona Bilborock en la actualidad, Iker Arroniz, de la sala Jimmy Jazz de Gasteiz, Asier Santos de Kafe Antzokia de Bermeo, Philippe Trinchet del Atabal de Biarriz más los catalanes Jordi de la Clap y David La Fuente, explicaron ayer en Bilborock qué es el dinámico proyecto La Red de Casas de la Música de Euskal Herria.

Los distintos oradores fueron matizando aspectos de la idea, compleja en su desarrollo, pero, sencilla en esencia: resguardar la cultura musical, mejorarla, ampliarla y redimensionarla tras un proceso de educación.

Amets habló de la necesidad de «captar público y regenerar los hábitos de consumo cultural». El nuevo público habría que educarlo desde sus primeros estudios, si es necesario con visitas o propuestas educativas que tiendan a concienciar a los más jóvenes en la cultura musical. Precisó también que esta idea hay que entenderla «como un proyecto educativo de ciudad». Asimismo incidió en la necesidad de contribuir al «crecimiento de los valores positivos que la cultura puede aportar a la sociedad y a sus individuos».

Con nervio y enorme inquietud, el gestor de la sala Jimmy Jazz, Iker Arroniz, joven emprendedor que con su sala está contribuyendo a reubicar la aportación musical de Gasteiz, matizó que La Red de Casas de la Música de Euskal Herria deseaba favorecer la diversidad frente a la homogenización de la cultura y «velar para que su mercantilización no pervierta su valor social». Además, señaló la importancia de acercar la cultura a los jóvenes. «Normalmente, se intenta acercar a los jóvenes a la cultura. Nosotros proponemos hacerlo al contrario mediante aquella música que les es cercana y en espacios más interesantes para este colectivo, los espacios de ocio nocturno».

Arroniz apuntó la necesidad de fortalecer el tejido de la industria musical. «La creación de nuevos públicos facilita la aparición de industrias relacionadas con la cultura. Esto comporta una mejora en la calidad de un tejido de industrias relacionadas con la cultura».

Desde la mesa, también se habló de contribuir a la formación de técnicos de espectáculos musicales y de gestión cultural, para lo que se debían programar cursillos en todas las direcciones imaginables. Crear asimismo espacios de exhibición, estudios de grabación, clases magistrales, becas de formación... y otros aspectos prácticos y formativos.

En síntesis, el objetivo prioritario de este nuevo modelo es ampliar y actualizar las infraestructuras al servicio de la cultura de Euskal Herria.

Seis años de experiencia con el modelo catalán

Jordi y David, promotores catalanes del presente modelo, que sirve a la división vasca para iniciar su propia experiencia, explicaron que todo esto les ocupó cinco años de preparativos, y que llevan ya seis años y medio trabajando con un buen rendimiento. El testimonio se afianzó con las siguientes cifras referentes al año pasado: cinco casas en el circuito, 457 conciertos, 138.000 asistentes, 156 actividades formativas con 13.000 personas implicadas, 89 cursos con 1.800 alumnos, más de 30.000 carteles colocados... y 780.000 visitantes en su web. Buenas cifras, pero ahora resta que la versión vasca cuente con el respaldo económico de las instituciones. P. C.

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