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Grecia aguarda una inyección de dinero urgente para pasar el verano

Los ministros de Finanzas de la zona del euro se reúnen hoy en Luxemburgo. Sobre la mesa, cómo no, la situación de Grecia. Para no entrar en bancarrota, el país necesita urgentemente un nuevo tramo del rescate puesto en marcha el pasado año. Se habla de entre 12.000 y 18.000 millones de euros para afrontar los pagos de julio y agosto. Con ello se ganaría además tiempo para perfilar los detalles de un segundo rescate que costará mucho consensuar.

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Mientras se debate sobre la forma de cubrir un segundo rescate para Grecia, el país necesita como agua de mayo una nueva porción del primero para poder hacer frente a sus pagos de este verano. Los ministros de Economía de la zona del euro celebran hoy y mañana una reunión extraordinaria en Luxemburgo en la que darán luz verde al quinto tramo del rescate solicitado el pasado año.

Las cantidades exactas no se han hecho públicas, pero se habla de entre 12.000 y 18.000 millones de euros. Este dinero servirá para que Grecia no caiga ya en la bancarrota y así ganar tiempo mientras se pulen los detalles del segundo rescate, sobre todo en lo concerniente a la aportación de la banca privada.

El acuerdo alcanzado el viernes al respecto entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, contribuirá sin duda a allanar el camino y guiar las negociaciones.

Merkel y Sarkozy abogaron por una fórmula sustentada en cuatro principios: la voluntariedad en la implicación del sector privado en el rescate, evitar el peligro de un credit event (incidente crediticio), la aprobación del Banco Central Europeo (BCE) a la fórmula acordada y la mayor rapidez posible, aunque sobre este último punto Sarkozy se explayó con un galimatías ininteligible que no aclaró absolutamente nada.

Alemania había defendido hasta entonces que los bancos aceptaran un retraso en el pago de la deuda griega, que se camuflaría mediante un canje voluntario de bonos que vencen en los próximos dos años por otros que venzan dentro de siete años.

El Banco Central Europeo había rechazado frontalmente esta opción, avisando de que sería considerada como un impago por parte de las agencias de rating y podría provocar un efecto de contagio similar al de la quiebra en 2008 del banco estadounidense Lehman Brothers, que desencadenó la fase más aguda de la crisis financiera.

Dudas alemanas

Merkel ha cedido en sus posiciones, aunque ayer mismo insistió en que la aportación privada en el segundo rescate ha de ser «sustancial». Sus declaraciones tuvieron lugar en Berlín ante un grupo de líderes de base de su partido, la CDU.

El viraje de la canciller se topa con reticencias dentro de sus propias filas. «Lo que necesitamos es una reestructuración de la deuda y eso no se dará voluntariamente», declaró a «Der Spiegel» el diputado cristianodemócrata Manfred Kolbe. «Esa no es la participación de los acreedores privados que exige el Bundestag», añadió el diputado Franz Schäffler, del FDP, socio minoritario de la actual coalición de gobierno.

«Estamos jugando con fuego», declara Jean-Claude Juncker

El primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, considera que forzar a los bancos privados a participar en el segundo rescate de Grecia, como pretendía Alemania, sería considerado por parte de las agencias de rating como una quiebra y se contagiaría a otros estados europeos. «Estamos jugando con fuego», declara Juncker en una entrevista al diario alemán «Sueddeutsche Zeitung». «El contagio de la quiebra podría alcanzar a Portugal e Irlanda y después, debido al alto nivel de deuda, a Italia y Bélgica, incluso antes que a España», resalta el presidente del Eurogrupo.

Juncker defiende además que Grecia no tenga que aportar fondos propios para poder recibir ayudas regionales de la UE. «No comprendo esta perversidad europea que pretende que, cuando se conceden a Grecia volúmenes financieros importantes en materia de política de cohesión y de política regional, sigamos insistiendo en la obligación de cofinanciar esos programas. Deberíamos cambiar las reglas y no obligar a esto. Sería un balón de oxígeno para Grecia, que podría apoyarse en estas políticas para desarrollar sus infraestructuras y aumentar su potencial de crecimiento», argumenta. GARA

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