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Josetxo, la fidelidad de un central que superó toda CLASe de obstáculos

Resultará extraño que el dorsal 14 de la próxima temporada no lo porte un chaval espigado con fama de frío, pero muy fiel a sus colores y principios. Un hombre de hielo que se descongeló -como no podía ser de otra manera- el día en que acababa la ligazón con el club de su vida.

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Natxo MATXIN I

Como muchos otros jugadores que han acabado triunfando en Osasuna, Josetxo Romero se crió en el seno de Oberena, donde entró, a través de un amigo, a la temprana edad de 8 años, para abandonarlo cumplidos ya los 16. Sus técnicos enseguida vieron en él madera de futbolista. «Destacaba por su físico, y mucho», recuerda Tomás Pascualena, actual presidente del club manguiverde, y que le dirigió en calidad de segundo entrenador cuando todavía era un juvenil. «Jugaba por delante de su edad y lo hacía de medio centro», añade con nostalgia.

De aquel equipo, que comandaba como primer técnico el actual director en funciones del Instituto Navarrro de Deporte y Juventud, Nacho Arbeloa, también acabaron destacando jugadores como Manolo Almunia o Tiko. «Josetxo era muy alto, serio y disciplinado», cualidades que ha ido manteniendo a lo largo de su dilatada trayectoria profesional, como resalta Pascualena.

Una amalgama de aptitudes que no pasaron desapercibidas para los técnicos de Tajonar, que se decidieron a seguir tallando con sus propias manos aquel diamante en bruto. Una de las leyendas del club navarro, José Manuel Echeverría, se hizo cargo de él, y comenzó a inculcarle las primeras enseñanzas que le forjarían el necesario carácter para poder competir al más alto nivel. Tanto que, apenas cumplida la mayoría de edad, ya debutó con el primer equipo.

Oportunidad de la mano de Paquito

«Fue Paquito quien me dio la oportunidad», rememora el jugador, pero aquello fue efímero. La entidad rojilla vivía momentos muy convulsos, con un áspero divorcio entre grada, cuerpo técnico y junta directiva. Josetxo recuerda que el entrenador le dijo que «me ponía porque tenía madera de jugador, pero no me iba a dar continuidad, ya que era muy joven y no quería que me viese envuelto en aquel mal ambiente y que me afectara en mi rendimiento deportivo».

Pero el Osasuna de aquellos momentos era un equipo de premuras y muchos parches. Necesitaba una generación de savia joven con la que impulsarse para regresar a Primera, aunque lo que casi consiguió fue caer a Segunda B. Josetxo comenzó a padecer la cara amarga del fútbol y a sufrir en propias carnes su extrema trascendencia, sobre todo cuando es para mal. Una concatenación de expulsiones consecutivas le llevaron a ser el centro de las críticas, «un episodio que marcó mi carrera por entonces».

Hasta el punto de que los responsables técnicos optaron por la vía de la cesión. Miguel Ángel Lotina acababa de aterrizar en Iruñea «y tuvo que elegir entre dos centrales de tres. A mí me tocó buscarme la vida en el Eibar». Sin embargo, y a diferencia de lo que había ocurrido con anteriores precedentes, la experiencia no salió bien en este caso.

En el conjunto armero apenas dispuso de oportunidades, y su regreso a la disciplina rojilla, tras una temporada casi en blanco, presagiaba malos augurios. Disponía de opciones para recalar en conjuntos de Segunda B, pero era una opción que no gustaba al jugador, quien finalmente acabó por regresar de nuevo al Promesas, algo que parecía un retroceso en su trayectoria. «Fue una de las alternativas que me ofreció el club y, como estaba muy centrado en mis estudios, prefería quedarme aquí e ir viendo otras posibilidades laborales, porque debo reconocer que ya pensaba que mis oportunidades como profesional se habían acabado», relata.

Nada más lejos de la realidad. El paso atrás acabó convirtiéndose en un movimiento para tomar impulso y relanzar su carrera, en lo que tuvo mucho que ver la insistencia de un recién llegado al banquillo del filial, Alfonso Gogorzena. «No me permitió que me dejara llevar por las circunstancias, y me apretó para sacar lo mejor de mí», admite Josetxo. El que será nuevo técnico del Txantrea la próxima temporada coincide en que el gesto del defensa de volver al Promesas «fue un acto de humildad tras debutar en el primer equipo, algo que valoré mucho».

«Rápidamente se convirtió en el líder del grupo, tenía una gran superioridad táctica y física -rememora el entrenador de Irunberri-. En las reuniones semanales que yo mantenía con Lotina siempre insistía en que estaba por encima del resto, y que la categoría le quedaba pequeña... Era como si jugara con cadetes». En esa generación coincidió con otros compañeros que también harían el mismo camino hacia Primera, como Koikili, Izquierdo o Elía.

Su progresión convenció a Lotina

«Aceptaba con humildad las órdenes -añade Gogorzena- y le apretaba». En esa labor por motivar al central iruindarra le planteó un curioso reto. «Había una página web que publicaba una clasificación del mejor jugador de Segunda B. En la lucha por el primer puesto estaban Josetxo y Fernando Soriano (actualmente en Osasuna), entonces en el Zaragoza B», recuerda. Para estimular a los suyos, y especialmente a Josetxo, la visita del filial maño a Tajonar se transformó en el desafío de que Soriano no marcase. «Metió el primer gol y perdimos 1-2», apunta con nostalgia Gogorzena al recordar un resultado que hubo que encajar con deportividad.

Su progresión convenció a Lotina, y lo incluyó en la primera plantilla. Pero los inicios no fueron fáciles. «Le suelo recordar a Iñaki (Muñoz) que bien él o yo éramos los que nos quedábamos siempre fuera de la convocatoria, a veces los dos. Sólo jugamos en Copa, pero el Figueres nos eliminó a las primeras de cambio y ya había dado orden a mi representante para que me buscase otro equipo», se sincera Josetxo. Sin embargo, se estrenó en Primera, y nada menos que en el Bernabéu. «Las gradas eran tan grandes que no veía el cielo, la verdad es que impresionaba».

Osasuna perdió 2-1, gracias entre otras cosas a dos goles de Morientes, «uno de los rivales que más me ha costado marcar». Pero la escuadra rojilla protagonizó una buena segunda parte y el debutante se limitó «a disfrutar del partido porque, después de todo lo que había pasado, mi idea era la de darlo todo, sin pensar en que tuviese algo que perder». Al final, colaboró en la hazaña para que el conjunto navarro se quedase un año más en la máxima categoría, «un auténtico milagro -subraya-, porque éramos un equipo de pueblo con bastantes más limitaciones que las de ahora».

Con la experiencia adquirida, Josetxo se fue afianzando y cogiendo peso específico en el vestuario. La llegada de Javier Aguirre coincidió con el punto álgido de su trayectoria deportiva. «Fue un técnico que nos supo motivar y acoplarse -señala-. Incluso teniendo un menor nivel futbolístico al que existe hoy día en la plantilla de Osasuna, supo sacarnos el 120% de cada uno de nosotros, era un motivador nato», le califica.

El trabajo psicológico del técnico mexicano no tardó en dar frutos y llegaron los éxitos en forma de final copera y clasificación para la previa de Champions. «Fue todo un lujo vivir ambas experiencias y creo -ojalá me equivoque- que va a costar mucho tiempo que el club vuelva a repetir dos situaciones tan increíbles como ésas», aventura.

De las dos, Josetxo se queda con la disputa del trofeo del K.O. en el Vicente Calderón. «Fue toda una semana de ilusión, empezando por la adquisición de las entradas, los preparativos del viaje y la esperanza de conseguir el primer título en la historia del club». Al final no fue posible, pero aquellos momentos quedarán siempre impresos en la historia rojilla y la del propio Josetxo.

Tras esos singulares episodios, amén de las semifinales de la Copa de la UEFA, la escuadra rojilla volvió a sus sufridos orígenes y el defensa a participar cada vez menos en el día a día competitivo del equipo. Hasta llegar a la actual temporada, «en la que ya veía que, si no jugaba, iba a ser muy difícil continuar. Me lo dijeron ya al final, pero sólo puedo tener palabras de agradecimiento hacia el club, después de todo el tiempo que he estado aquí», aclara con tranquilidad.

Adiós con caída del mito de hombre frío

Y el momento final fue un tanto inesperado, por lo emotivo. «Creo que a mucha gente se le cayó un mito -dice entre risas-, pero he de reconocer que la situación me superó, se juntaron a la vez muchas sensaciones, momentos vividos y experiencias, no pude reprimir la emoción, aunque es cierto que me cuesta bastante expresar mis sentimientos, tanto para bien como para mal».

Tampoco es tan rario, teniendo en cuenta que su estancia en el club se ha prolongado durante 15 años, algo complicado de repetir con futuras generaciones. «Si ya es difícil que la cantera acceda al primer equipo, lo es bastante más permanecer tanto tiempo en él, pero Osasuna está apostando por Tajonar y está dando sus frutos. Creo que la gente joven puede salir adelante si se les da confianza», reivindica. Deberá ser así si se quiere que otros «josetxos» sigan tirando del carro.

Y el central quiere seguir masticando chicle en otros campos de fútbol

Lo quiera o no, el chicle ha sido su seña de identidad. La grada rojilla se quedará con una imagen del jugador: Josetxo mascando goma. «Empecé a usarlo en la etapa del Eibar. Cada futbolista tiene sus manías y a mí me sirve para concentrarme y calmarme». Hasta tal punto acaba siendo importante que «debo reconocer que si se me olvidara una vez comenzado un partido, estaría más pendiente de llevarme uno a la boca que del encuentro en sí».

Y el central está ahora mismo dispuesto a seguir con su hábito, aunque sea en otro estadio que le acoja. En cualquier caso, su situación familiar -mujer y dos hijas pequeñas- le obligan a ser cauto y elegir una opción en la que sus más allegados no tengan que sacrificarse para que pueda continuar con su carrera deportiva.

«He tenido algunas llamadas, pero ninguna se ajusta a lo que quiero. Entiendo que quizás para mucha gente pueda parecer que soy muy exigente, pero tiene que ser una oferta que sea compatible con el trabajo de mi mujer y el bienestar de mi familia. Ya han pasado muchos años aguantando a un deportista», explica convencido.

No se cierra, en cualquier caso, todas las puertas «porque todavía hay mucho tiempo y seguro que aparece alguna oferta interesante. No quiero quedarme con el regusto amargo de esta última temporada, pero tampoco va a pasar nada si el actual mercado futbolístico me obliga a retirarme».

En lo que no se ve es ligado al mundo del fútbol de élite, ejerciendo algún otro tipo de función. Sí como «reclamo» para el caso de que su nombre «sirva de cara a que chavales se dediquen a practicar fútbol u otro deporte, aunque no se trataría de entrenar en plan serio». N.M.

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