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ANÁLISIS | presidenciales en perú

¿Quién ganó las elecciones?

El autor analiza la victoria de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales de Perú y señala como perdedores a los poderes tradicionales del país y, en el tablero geopolítico latinoamericano, a EEUU, frente a quienes defienden «la vía brasileña» y al propio gigante sudamericano.

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Luismi UHARTE I Sociólogo

Los resultados de las recién celebradas elecciones presidenciales peruanas plantean un interrogante que sólo puede ser respondido desde un análisis complejo y multidimensional, tanto en términos nacionales como geopolíticos. Ollanta Humala, candidato de la alianza de centro-izquierda Gana Perú, venció a la hija del ex dictador Alberto Fujimori, por una diferencia porcentual muy ajustada (51,5% frente al 48,5%). Pero, ¿quién gana y quién pierde con estos resultados?

Claves de la victoria. Las encuestas de las últimas semanas parecían indicar que la historia se repetiría, al igual que en las presidenciales de 2006, cuando Alan García venció por la mínima a Humala, para tranquilidad de los poderes fácticos endógenos y exógenos. Sin embargo, en esta ocasión la suma de diversos factores posibilitó la victoria del candidato nacionalista.

Un factor fundamental de última hora fueron los errores cometidos por el equipo de campaña de Fujimori en el tramo final de la contienda. El «nosotros matamos menos» pronunciado en televisión por el vocero fujimorista Jorge Trelles y la aceptación de que se había esterilizado a más de 300.000 mujeres pobres indígenas en los años 90, «aunque no contra su voluntad» (sic), fueron determinantes.

Paralelamente, la moderación discursiva y programática de Humala, orientada en gran medida por los asesores del PT brasileño le permitió capturar nuevos nichos de voto. A su vez, la estrategia de «concertación» implementada tras la primera vuelta electoral, le atrajo un porcentaje de sufragios nada desdeñable, gracias al apoyo, entre otros, del ex presidente Alejandro Toledo.

Otra variable de gran incidencia fue el rechazo sociológico que el proyecto neofujimorista provocaba en grupos influyentes de la opinión pública, como organizaciones de derechos humanos e incluso intelectuales liberales nada sospechosos de pro- gresismo, pero asustados con la reedición de un proyecto de sustrato autoritario, corrupto y mafioso. El apoyo de última hora del inefable Mario Vargas Llosa, un extremista defensor del libre mercado, es el ejemplo más significativo.

¿Quién gana y quién pierde en Perú? Los primeros derrotados son los poderes tradicionales (la gran banca, las transnacionales mineras, las empresas de seguros privados, la burguesía limeña, los grandes medios y la cúpula de la Iglesia católica) que apostaron, tras la derrota de su candidato (Pedro Pablo Kuczynski) en la primera vuelta, por Keiko Fujimori. Con ellos, también fracasa el «exitoso» (sic) modelo económico peruano, sustentado en la ecuación «crecimiento sin redistribución».

Ganan todos aquellos que reclamaban un nuevo modelo, pero principalmente los que defienden la «vía brasileña», es decir, aquella que combina la lógica del crecimiento capitalista con políticas sociales de contención. Humala no es Juan Velasco Alvarado ni pretende reeditar la experiencia militar nacionalista de la década de los 70. Su proyecto se va a caracterizar por un enfoque «social-liberal», como él mismo reconoció en una entrevista dos días después de las elecciones. El aumento de la inversión en educación infantil, pensiones, hospitales y la subida de impuestos a las transnacionales mineras, son algunas de sus primeras promesas, que probablemente se combinarán con una política de libre mercado y el respeto al TLC con EEUU.

Ganadores y perdedores en el tablero geopolítico. Observadores de la realidad geopolítica latinoamericana coincidían en caracterizar la segunda vuelta electoral como un nuevo combate en el cuadrilátero continental entre Brasil y EEUU. Si es cierto, no hay duda de que uno de los grandes derrotados es Washington y su estrategia de conformar un eje conservador en el Pacífico, desde México, pasando por Colombia y Perú hasta Chile. La probable desconexión de Lima de este frente funcional a la Casa Blanca, desactiva parcialmente la pretensión de EEUU de bloquear la salida comercial, vía Pacífico, de Brasil hacia el mercado asiático.

El triunfo de Humala hay que interpretarlo también como una victoria para el «bloque rosa» latinoamericano, liderado por Brasilia. La primera agenda de viaje del presidente electo es relevante en este sentido: Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay... Las visitas a Bolivia y Venezuela quedarán para una segunda gira, dejando claro que el «bloque rojo» no es adversario pero tampoco el aliado ni el inspirador principal.

De cualquier manera, en términos geopolíticos, Humala ha asegurado que fortalecerá su apuesta por la UNASUR, lo cual supone un apoyo a la convergencia táctica entre los dos bloques citados. En la misma orientación ideológica, se prevé que Perú dé un paso más atrevido en integración militar, en el seno del recién creado Consejo Suramericano de Defensa. El perfil militar y nacionalista del presidente electo debería influir en este sentido.

En el ámbito más estrictamente geoeconómico es donde potencialmente se pueden producir cambios significativos. Respecto al TLC que Perú firmó con EEUU en 2009, parece improbable que Humala lo vaya a neutralizar, pero esto no implica que se vaya a plegar absolutamente a las directrices de Washington.

De hecho, el giro económico hacia Brasil debería ser determinante. El avance del IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana) es funcio- nal para la séptima potencia mundial y la conexión entre el Atlántico y el Pacífico es clave para el flujo de mercancías hacia y desde Asia. En consecuencia, los puertos peruanos jugarán un papel fundamental.

Paralelamente, las necesidades energéticas de la burguesía brasileña (principalmente paulista) son insaciables. Los proyectos hidroeléctricos en el sur de Perú financiados por Brasil, se integrarán en el complejo de suministro energético que abastece al gigante carioca en su carrera por la construcción de un proyecto hegemónico continental.

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