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CRíTICA concierto

Regreso a la vanguardia flamenca

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Curro VELÁZQUEZ-GAZTELU I

Rafael Amargo intenta con su nuevo espectáculo, «Solo y Amargo», salirse de los cánones que él mismo se ha estado construyendo durante estos quince años. Aunque todavía no ha llegado a su madurez artística, con esta última producción reivindica encima del escenario la Granada que le vio nacer, sin artificios y sin la recarga estilística que tanto gusta en el oriente andaluz. La ciudad nazarí como punto de partida en forma de granaínas, zapateao, tangos del Albaycín, zambra y, por supuesto, «La Tarara». El bailaor hace partícipe al poeta de Fuente Vaqueros con extractos del «Poeta en Nueva York» y «Romancero Gitano».

En ningún momento de la hora y media que duró la propuesta destapó la ubicación de esa delgada línea que separa al bailaor del bailarín y del contemporáneo. El de Pinos Puentes, más cerca de un showman, que de un bailaor arriesgado, parecía, una vez más, preocupado en exhibirse, a pesar de que en la teoría nos propusiera un hilo conductor recio y sin florituras aparentes. El apoyo incondicional de Juan Parrilla, de los míticos Parrillas de Jerez, fue el pilar básico en el que pudo defenderse el espectáculo y aunque la guitarra del de Caño Roto no fuera muy sobrada de compás, el que apareciera un acordeón fue de agradecer, ya que estos instrumentos no son los habituales en producciones flamencas.

Tanto la armonía de este instrumento como la gravedad del violonchelo le dieron al espectáculo un aire aún más cosmopolita, si cabe. La prueba de ello la tuvimos con la aportación llevada al terreno del flamenco del «Ne me quite pas» de Jaques Brel cantado por Rafael, al igual que unos tangos argentinos que tuvieron mucho que desear y de un tema cantado (voz en off) por Luz Casal, desgarradora y ecléctica y donde el artista sacó su parte más contemporánea y visceral.

Amargo defiende esta nueva etapa en su carrera a capa y espada, como si viniese de vuelta, dándole más importancia al contenido, sin artificios aparentes, despojándose de prejuicios y de frivolidades pasadas y que, de alguna manera, le han dañado su continente artístico y creador. Lo que sí debemos tener en cuenta es que el granaíno ha ido por encima de cualquier purismo que se precie y que siempre, acertadamente o no, ha llevado su imaginario creativo a escena. Desde colaborar con La Fura dels Baus, hasta hacer una pieza coreográfica para el museo Chillida inspirada en la obra del escultor. Vamos, lo que le echen...

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