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Josu MONTERO Escritor y crítico

Feliciana

Resulta chocante que el feísmo de lo grotesco sea casi ya una marca del mejor teatro andaluz. Asiduamente nos visitan los jerezanos -más vinagre que vino- de La Zaranda. Mucho menos nos visita El Teatro del Velador, cuya alma mater es Juan Dolores Caballero. «Me interesa trabajar con lo feo, con lo contrario a la armonía y el equilibrio», afirma el director, que denomina a su estética «teatro bruto». Precisamente la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha encargado a Caballero la dirección del último montaje de la temporada, una pieza bien singular y de expresivo título: «Las gracias mohosas», cuya autora es Feliciana Enríquez de Guzmán, considerada la primera dramaturga española.

Poco se sabe de esta sevillana que vivió entre el XVI y el XVII. Parece que aunque nació en el seno de una familia pudiente acabó sus días en el arrabal, malviviendo, como no podía ser de otra forma en una mujer independiente. Parece que se disfrazó de varón para acceder a la Universidad de Salamanca, adonde llegó ya viuda siguiendo al que sería su segundo marido. Parece que polemizó acremente con Lope de Vega pues disentía de su preceptiva dramática, y que éste le dedicó una silva. Lo que sí está claro es el argumento de esta obra que acaba de estrenar la CNTC: Seis tullidos se enamoran de la misma mujer, pero ésta tiene dos hermanas que han de casarse antes; con unas justas poéticas de por medio, se concluye ¡que se casen los seis con las tres hermanas! «Se trata de la celebración de lo disparatado, lo burlesco, lo transgresor, de otorgar voz al desarraigo, a lo monstruoso, a lo aparentemente anormal», afirma Caballero, y concluye: «En el fondo plantea la idea de que el hombre, el varón, es de por sí un ser deforme».