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Pacto UPN-PSN: cerrar puertas, abrir horizonte

Con la rúbrica del acuerdo entre UPN y PSN para la formación de un gobierno de coalición termina el teatro de lo grotesco que se ha estado escenificando en Nafarroa. Fin de la función, las máscaras han caído. El nuevo Ejecutivo navarro, que nace con la voluntad confesa de «cerrar las puertas» a Bildu y los independentistas, es un ejemplo claro de construcción de un búnker constitucionalista que mediante el rodillo frentista pretende blindar el actual estatus y castigar a un abertzalismo que, aunque hoy disperso entre bildutarras y nabaizales, emerge como la auténtica fuerza del cambio. Un acuerdo, pues, instalado en dinámicas de exclusión, donde ha primado más el reparto de puestos y el ansia de poder que el respeto a la pluralidad de la sociedad navarra, a los nuevos tiempos que requieren políticos oxigenantes que limpien y saneen una atmósfera tan polarizada y bloqueada como la de Nafarroa.

Pero visto en perspectiva, no hay mal que por bien no venga. La voluntad de cambio en Nafarroa, encajado el golpe y espantadas todas las falsas ilusiones que algún incauto todavía pudiera albergar en el PSN, crecerá en razones, legitimidad y amplitud social. Y su momento, quizá más tarde de lo que muchísimos navarros y navarras desearían pero seguro que antes de que los «navarristas» creen, llegará. Prepararse para estar a la altura de ese reto es tarea compartida y urgente. Para ello resulta imprescindible que la dispersión entre bildutarras y nabaizales no llegue a ser crónica. Y, además, será necesaria una labor de oposición muy fuerte, desacomplejada, en sintonía con el claro mandato popular de liderar el cambio.

No parece aventurado pensar que el pacto UPN-PSN tendrá repercusiones en el futuro mapa político navarro. Presentarse ante la sociedad con una promesa de cambio frente a UPN y luego defraudarla para echarse a sus brazos tendrá consecuencias. El destino fatal de CDN -el último partido que se echó en brazos de UPN- amenaza ya a un PSN sin personalidad ni proyecto propio. El PSN deja definitivamente vacío un espacio. Sólo queda ocuparlo.

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