El pasado sábado Aurore Martin salió de la clandestinidad y pidió un muro contra la represión y la imposición. Era consciente de que en cualquier momento sería detenida por la Policía francesa, y ese momento no tardó en llegar. Sin embargo, cuando llegó a primeras horas de la tarde de ayer, decenas de ciudadanos la arrancaron literalmente de las manos de la Policía e instantes más tarde Martin se encontró protegida por un muro popular. Concejales, consejeros, sindicalistas y otros rostros conocidos de todas las tendencias políticas, y ciudadanos, muchos ciudadanos anónimos, formaban ese muro y daban otro paso en ese movimiento solidario ejemplar que aporta más motivos para la esperanza y confirma que un nuevo tiempo ha llegado a Euskal Herria. El de ayer fue un pequeño triunfo, puesto que la amenaza de detención y entrega a la Justicia española de Aurore Martin, extensible a cualquier otro ciudadano, sigue vigente, como se apresuró a recordar el ministro francés de Interior, Claude Gueant. De momento, pues, un pequeño triunfo, pero de enorme trascendencia, lo que lo convierte en un pequeño gran triunfo de la solidaridad, que confirma que los ciudadanos vascos y muchos que no lo son han percibido este nuevo tiempo, al contrario que los gobiernos español y francés, inmersos en un tiempo que ya es pasado.