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¿Por qué no explican qué les dijo la ciudadanía el 22-M?

Txisko FERNÁNDEZ

Cuando ha pasado un mes desde que se celebraran las elecciones municipales y forales, se echa de menos que los dirigentes del PSOE y del PNV aclaren qué ocurrió con su electorado -el potencial y el real-, qué es lo que les dijeron las ciudadanas y ciudadanos vascos que les apoyaron en las urnas y qué es lo que van a hacer para cumplir con los compromisos adquiridos durante la campaña electoral.

Hasta ahora, como ayer hicieron Rubalcaba y Urkullu, han preferido descargar su frustración sobre Bildu y en los últimos días resulta hasta grotesco el énfasis que ponen uno y otro en «advertir» a los dirigentes y representantes institucionales de la coalición soberanista de izquierda que cumplan con los deseos de su propio electorado. Tanto Urkullu como Rubalcaba pretenden trasladar a la opinión pública la idea de que Bildu «ha fallado» a sus votantes desde el primer día. Como baza dialéctica, esa estrategia sería comprensible en ciertas circunstancias, pero viendo lo que se juega la ciudadanía vasca en estos momentos resulta muy difícil de entender, porque quizás esos discursos estén reflejando realmente una incapacidad absoluta para entender que lo que exigen los resultados del 22-M es cambiar el estado de las cosas, empezando por las formas y terminando por el fondo.

Si la debacle del PSOE en el Estado fue asumida por sus dirigentes, incluido Patxi López, desde la noche electoral, a estas alturas resulta incomprensible que ni la cúpula del PSE ni sus portavoces mediáticos admitan que sus resultados en la CAV fueron aún peores y den las oportunas explicaciones sobre qué es lo que ha fallado en su estrategia de los últimos años para que la ciudadanía vasca les haya retirado el apoyo de manera tan contundente.

La respuesta es tan clara que es lógico que les cueste decirlo en público, pero su pacto con el PP para expulsar a la izquierda abertzale de la legalidad y, de paso, al PNV de Ajuria Enea le ha supuesto pagar una factura tan grande en Euskal Herria, sin obtener ningún beneficio del Ebro para abajo, que es evidente que esa apuesta ha fracasado. Tan evidente como que la actual dirección del PSOE, y la mayoría de la del PSE, no quieren cambiar de estrategia, como lo ha puesto de manifiesto el PSN al pactar con UPN para conformar en Nafarroa un gobierno «progresista» -perdonen la boutade, pero así lo anunció José Blanco-.

También le está costando al PNV digerir los resultados del 22-M, especialmente la tendencia que se observa tras el horizonte a medio plazo. Es probable que hasta hace un mes, muchos burukides fueran capaces de apostar 1.000 a 1 a que en su vida no verían a su partido perder la hegemonía en la CAV. Ahora, con un simple vistazo, cualquiera de ellos comprenderá que la realidad de este país no es la que sueña un líder más o menos inspirado cuando se sube a un atril, sino la que construyen, día a día, cientos de miles de personas. Cada vez son más quienes comparten la esperanza de una Euskal Herria en libertad, y trabajan por alcanzarlo, despiertos, muy despiertos.

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