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Raimundo Fitero

La gabardina

Cn el imaginario audiovisual existen muchas gabardinas, especialmente en el mundo de los espías, los agentes secretos y los policías, pero quizás ninguna había logrado llegar a una identificación tan rotunda como la que llevaba el Teniente Colombo, al que siempre le dio vida Peter Falk, un actor de amplísimo recorrido que acaba de fallecer con ochenta y tres años tras varios sufriendo una demencia senil. Quizás la gabardina era una parte fundamental de la composición exterior del personaje, junto a su colilla del purito siempre apagado, su libreta sobada y su viejo coche de marca europea, para dotarle todavía de mayores connotaciones.

Sucede muchísimas veces con actores que acaban confundidos con un personaje, y este es uno de esos casos paradigmáticos, porque antes de hacer de Colombo, la carrera de Peter Falk, tanto teatral como cinematográfica, existía y era considerable por sus grandes papeles interpetados, y durante los recesos en las grabaciones, siguió interviniendo en grandes repartos, pero la noticia es que ha muerto el teniente Colombo. No obstante se da la circunstancia de que en una de las cadenas subsidiarias de la TDT se están emitiendo capítulos de esta serie, porque es recurrente por eterno, en el sentido de que siempre, aunque sean los primeros capítulos con aquel color mortecino, sus tramas, la humanidad que el dotada el actor, la puesta en escena la hacen imperecedera.

Se pueden ver hoy sin sentir mucha más nostalgia que la producida por los decorados que se visualizan. La metodología inverosímil de interrogar, de buscar las soluciones, que utiliza el teniente Colombo, forman parte de una concepción del mundo en el tiempo, la premura, la divagación se vuelven incompatibles con las urgencias actuales, pero reconfortan precisamente porque nos remiten a una idea más humana, sin tantos aparatos, sofismas y retóricas seudo científicas que parecen una exhibición de ordenadores. El ejercicio deductivo basado en las evidencias y en las palabras, no en el trazo genético de un salivazo como ahora se estila. Los actuales policías visten de marca y Colombo se desmarcaba con su gabardina llena de lamparones.

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