Hernani tuvo un final de sus fiestas de sanjuanes a lo grande. El calor que desprendían las numerosas hogueras encendidas hace pocos días para celebrar la llegada del solsticio de verano aún perduraba ayer en un Atano III de Donostia lleno hasta la bandera. En esa reñida y disputada final del Interpueblos de Gipuzkoa, fueron los hernaniarras quienes se hicieron con la edición de 2011 de este torneo ante los pelotaris de la capital.

Los chicos entrenados por Iosu Oiaga se quitaron un gran peso de encima después de haber perdido las dos últimas finales de este torneo. Lo hicieron de manera extraordinaria, venciendo por 2-1 a los pelotaris dirigidos por Igor Báez (hubo que esperar al tercer partido para resolver la final), y apoyados por un público entregado que no dejó de animar en ningún momento de la mañana.

El buen ambiente y las ganas de presenciar un bonito espectáculo se respiraba incluso antes de entrar al frontón donostiarra. La afluencia de gente que se agrupaba en el mercadillo de todos los domingos, instalado en los alrededores de Anoeta y el Atano, era escasa en comparación con lo que se vería pocos pasos más adelante.

Los aficionados aguardaban el comienzo de la final con impaciencia y en un ambiente tranquilo pero ilusionante. Hasta que comenzaron a entrar en el recinto deportivo. Dentro, la contracancha estaba decorada con una enorme pancarta en euskara que decía lo siguiente: «Eskuz esku, aupa Hernani! Atez ate, animo Gipuzkoa!» (`Mano a mano, aupa Hernani. Puerta a puerta, ánimo Gipuzkoa').

Otro eslogan,«Jo ta ke pilota lehertu arte. Aupa Aranguren», animaba al joven pelotari zaguero de la categoría cadete de Donostia. No faltaron a la cita los gritos y los ánimos a favor de los presos vascos.

Los minutos pasaban muy despacio. La gente iba tomando asiento poco a poco. Y por fin los relojes marcaron las 10.30. Los cadetes ya estaban preparados para comenzar la serie de tres encuentros, y las voces de los aficionados también.

Excelente Chiapuso. La chapa que lanzó el juez para decidir quién sacaría primero definió a la perfección lo que sería la final, ya que tardó una infinidad en decantarse por uno de los dos colores. Salió el colorado, que luego se proclamaría campeón. Anécdotas al margen, el enfrentamiento entre los gemelos Egoitz y Josu Altuna (Hernani) y Chiapuso-Aranguren (Donostia) no tuvo mucho misterio. La pareja azul ganó 10-22, con la gran actuación de Julen Chiapuso, que demostró desparpajo, quitó mucha pelota difícil a su compañero, tomó la iniciativa e intentó culminar los tantos de todas las maneras posibles.

El Gonzalez del futuro. Los juveniles hernaniarras necesitaban la victoria para seguir con la llama de la esperanza viva. ¡Y vaya si se pusieron las pilas! Eneko Lujanbio y Aritz Murgiondo pasaron por encima de Imanol Cristóbal y Endika Manzisidor (22-5). Tal fue la desesperación de los azules, que el público tuvo que recriminar al delantero donostiarra cuando éste lanzó enfadado la pelota. Mención especial se merece Lujanbio, quien recordaba al profesional Sebastien Gonzalez: zurdo, pelirrojo y misma técnica. Mientras, en las gradas, los aficionados más jóvenes animaron a pecho descubierto y con la camiseta en mano como los hinchas más empedernidos.

La culminación. Todo se decidiría en un partido de séniors que comenzó con un aurresku. Pero la emoción desapareció en un visto y no visto. Los colorados eran superiores gracias a los saques y el juego cargado atrás. El delantero donostiarra Joseba Báez, apodado «Litri» por sus amigos, poco pudo hacer para ayudar a su pareja Aitzol Fernández. Así, Paul Ojuel y Aitor Gorrotxategi se impusieron 22-6. Este último se adjudicó su tercera txapela en siete finales y concedió la cuarta a Hernani.