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Notas y citas

Carlos GIL | Analista cultural

Ni me notas cerca, ni me citas nunca. Existen libros de citas para los simuladores. Existen notas a pie de página que parecen un considerado judicial. Quien acumula notas y citas va descompensado, le falta una guía de los mejores vinos para poder llegar al cenáculo y vestirse de patrón de yate en la charca de la cultura en tabletas. Los seres humanos deshabitados precisan de hojas de ruta para perderse. Las grandes obras artísticas están autodefinidas. No busques más gerundios. Leonardo escribía con un escarapelo y dibujaba con un arpa mientras medía la distancia entre su dedo y la barba del sol. Ni lo notas, ni lo citas.

El poeta clasicista, monárquico y católico Thomas Stearns Eliot se pasó media vida buscando una definición de la cultura. Su obsesión es mi aflicción. La cultura individual, social, nacional. Su uso como sinónimo de civilización lo que se sustenta en una forma de emparentarla con la religión. La jerarquía que van tomando los diferentes asuntos culturales, que se tornan clasificaciones muy ligadas a las clases sociales, su transferencia hereditaria, su conceptualización como instrumento de dominación, su uso político y partidista y su decadencia. Todo eso lo anota Eliot y lanza una pregunta: ¿Existen condiciones permanente en ausencia de las cuales es imposible alcanzar una cultura superior?

Ni notas ni padeces. Me citas y me abandonas. No acudes, te disfrazas y ya no te reconozco. La cultura portátil es considerada un rango de distinción social. Confundimos educación con cultura. Memoria con conocimiento. Arte con artefacto. No notas que me excitas. Sigue.

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