EH Jaietan | Iruñeko Sanferminak
Guía práctica para un encuentro furtivo en sanfermines
En la masificación propia de los sanfermines, es un reto encontrar un lugar aislado donde poder intimar con el novio o la novia, o con el ligue de verano o de solo esa noche. Sin embargo, no resulta imposible. La Vuelta del Castillo y sus bancos es el sitio más concurrido, seguido a corta distancia de los coches y los portales. En el último de todos y solo como único recurso, se encuentran los antihigiénicos aseos de las tabernas.
Begoña ZEBERIO |
Los picaderos en sanfermines son como los puestos de talos en el Nafarroa Oinez, escasos y con cola. Aunque Iruñea siempre se haya caracterizado por ser una de las ciudades con más hierbines de Euskal Herria, encontrar un rincón alejado de la muchedumbre borracha donde tumbarse y disfrutar de buena compañía, o realizar «el aquí te pillo aquí te mato» se convierte en misión imposible que ni siquiera Chuck Norris sería capaz de resolver.
El alcohol es el ingrediente más destacado de los sanfermines y, como efecto secundario, provoca la exaltación de la amistad y del amor. Esto produce el atontamiento propio de ese baboso o babosa al que te has hartado de dar calabazas y al que nunca le habías encontrado la gracia. Hasta que, en las noches de sanfermines, después de ingerir unos katxis de esa refrescante bebida de fantasía, todo cambia. «Se convierte en la persona perfecta, los granos en pequeñas imperfecciones propias de la naturaleza y los comentarios absurdos, algo ingenioso y gracioso», afirma Miren.
Aunque no todo es llegar y besar el santo. Detrás de cada arranque pasional se encuentra un largo y complicado proceso de seducción: el viejo truco de pedir fuego, conversaciones absurdas o ganarse a sus amigos y amigas.
Después de currárselo toda la noche (y los más plastas, durante varias), llega el momento de pensar dónde acudir. Hay varias opciones, como ir al propio domicilio. «Algo impensable, ya que están los gurasos y la abuela, que se ha venido a pasar los sanfermines», asegura Aitor, un chico de 23 años.
Descartada la casa de los gurasos, la segunda opción (sobre todo para la gente de fuera) son los coches, que para muchos se convierten en su vivienda durante los nueve días de fiestas. «No es que resulten muy cómodos, pero si pones unas toallas en las ventanillas, echas el asiento hacía atrás, puede ser algo grandioso», cuenta un logroñés de 26 años. Pero tanto para los de casa como para los que se acercan desde distintos puntos de Euskal Herria en tren, en bus o en autostop, los hierbines marrones propios de San Fermín y los portales acaban por convertirse en los picaderos oficiales.
El lugar estrella es la conocida Vuelta del Castillo, dande las farolas que no sirven para alumbrar el camino crean un ambiente íntimo y relajado que ni la suite del mejor hotel de Iruñea y alrededores. «Yo siempre que ligo voy a la Vuelta del Castillo. No soy de Iruñea pero siempre me han recomendado ese sitio. Lo malo es que cada vez es más difícil encontrar un lugar para un «aquí te pillo aquí te mato», entre la gente que duerme allí, las cuadrillas que están de charla, la gente de paso y las otras cien parejas... De todas formas yo ya tengo mi txoko secreto. Lo encontré la primera vez que vine», nos cuenta Asier un gasteiztarra de 24 años. Obviamente el donjuán no desveló su secreto más preciado.
En la segunda posición de este ranking nos encontramos con los portales. Según Maite, muy cómodos. «Los entrepisos son un buen sitio, pero es importante que el edificio tenga ascensor, eso hará que los vecinos no circulen por las escaleras».
En el último eslabón están los baños. Ni los más desesperados se atreven a adentrarse. Las bacterias y los charcos hacen que, en cosa de segundos, la calentura propia de ese estado de entusiasmo caiga en picado.
«Aprovechando este momento y con la seguridad de que alguno del Ayuntamiento comprará y leerá el periódico quiero pedirles que pongan más máquinas de condones y que las recarguen de vez en cuando. Resulta bastante complicado comprar condones a las cuatro de la mañana en pleno San Fermín », afirma Jose, un iruindarra de 23 años. Y es que, en estas fiestas, algo tan sencillo como comprar condones o quitar telarañas es todo un reto.