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Raimundo Fitero

Subir audiencias

En el momento que Jorge Javier Vázquez llamó «hija de puta» a Aída Nízar, delante de su propia madre, en la entrega de la gala semanal del jueves pasado en «Supervivientes», se alcanzó una punta de audiencia realmente considerable que nos coloca, una vez más, ante la duda: ¿estaba preparado o fue algo que salió espontáneamente ante las situaciones provocadas por la vallisoletana de nuevo rescatada por el programa y mandada a la isla hondureña y su comportamiento abominable?

No se puede contestar con total seguridad ya que estamos ante una situación muy repetida, donde la señorita Aída, desde hace ya varios años, vive de aparecer en la pantalla insultando, amenazando, soliviantando a sus compañeros, siendo la mala de catálogo. Por eso la contratan. En esta ocasión el contrato ha sido doble, ella y su madre. Y su madre es bastante evidente que es la instigadora de su manera de ser. En ocasiones, se confunden una y otra. El motivo de la Gran Bronca, fue que por tercera vez fue mandada a concursar y en esta ocasión se comportó de manera insoportable con una de las concursantes que es pariente de Ortega Cano el torero ingresado por un accidente de coche con víctima mortal. Es decir incumplió con las reglas del concurso y además las incumplió de una manera hiriente, muy poco comprensible, morbosa y dolorosa. La variable es que el insultador fue el conductor del programa.

Se montó un trifulca, la llamó hija de puta, lo repitió, se logró el pico de audiencia y se mantuvo la polémica, la repetición de la jugada, los comentarios sobre la misma para ir arrastrando los logros de audiencia en otros programas de la cadena, lo cual es un mal síntoma, ya que volvemos a insistir en que se premia lo grosero, lo desmesurado, el insulto, la gresca, sea montaje o no, y ello hace que se perpetúe este tipo de actuación. Y en este caso significa que se mantendrá a la concursante por esa audiencia, porque se presta al juego y lo hace acompañada de mamá. Fue noticia en otros medios de comunicación, lo que viene a redundar en lo que se entiende como noticiable o no. Todos los tontos con ganas de renovar contrato empezarán a insultarse en los platós.

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