Arturo, F. Rodríguez | Artista
Formación
Cada vez más el proyecto del (joven) artista busca una especialización diferen- cial, algo que durante siglos se ha denominado estilo y que bajo el signo de la competitividad se ha promovido como «método». La complejidad del arte ha llegado a identificarse en ocasiones con la complejidad del mercado gracias al complejo de la mediación. Sin embargo, hay ocasiones en las que, desde el intervalo específico que puede generar el experimento educacional, es posible desatar nudos, enunciados, conflictos, propuestas e incluso «obras» que se sitúan en el lugar preciso del arte.
Es difícil hablar de obras de arte al referirse a proyectos de artistas «en formación», porque el intervalo específico que es la institución educativa del arte, un espacio disciplinario y codificado, impide completar el recorrido de dichos trabajos: su confrontación con el ámbito institucional del arte y con el ámbito de lo social. Es difícil también porque su condición precaria le confiere toda su potencia y a la vez deja al descubierto todas sus imprecisiones. Y sin embargo hay obras que nunca llegarán a serlo pero que han sido fundamentales en el ámbito específico del taller o del laboratorio, no solo para sus propios autores o autoras, sino para todos los que han trabajado en su derredor (y aquí el paisaje a explorar se hace inmenso).
La investigación artística encuentra su dilema en su propia formulación, es decir, en el hecho de poder nombrar y articular el objeto a investigar; encuentra su sentido dando forma a un trayecto meto- dológico propio, dignificando un tipo de investigación específica y localizando un pensamiento ale- jado del simplismo. Nada que ver con lo establecido.