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CRISIS DEL EURO SIN PRECEDENTES

Tiempo de líderes y de marcar diferencias

Isidro ESNAOLA Economista

Desde que comenzó el mes de julio, los problemas económicos se acumulan para los países europeos. Los malos datos económicos en todo el mundo han dejado en evidencia el parche que a finales de junio acordó la Unión Europea en relación con el rescate de Grecia; ahora ya se habla abiertamente de una quiebra. A la incertidumbre que generan ese tipo de componendas a las que nos tienen acostumbrados los líderes europeos, se ha unido ahora el desasosiego por los resultados de los test de estrés de los bancos europeos que no se harán públicos hasta este próximo viernes. En esta tesitura, el comportamiento gregario que caracteriza el funcionamiento de los mercados de valores puede hacer saltar todo el decorado que tan laboriosamente han construido y no parece que esta vez pueda salvarlo ni la intervención del Banco Central Europeo.

Los líderes europeos no han querido atajar el problema de la deuda fiándolo todo a que con el paso del tiempo las cosas se encauzarían, pero a día de hoy ya es evidente que la deuda acumulada por algunos países es impagable; en algunos casos, porque el volumen de deuda es enorme, como en el caso de Grecia o Irlanda; en otros, porque la economía no es capaz de generar suficientes recursos para poder devolverla, aunque el volumen no sea todavía muy grande, como en el caso del Reino de España.

Pero esa estrategia, dictada por los acreedores que no querían perder ni un céntimo de los préstamos que han concedido y que ha sido apoyada a pies juntillas por unos líderes europeos más preocupados por ganar las siguientes elecciones que por resolver los problemas, está agotada. Ha llegado el momento de que la construcción europea la dirijan líderes con visión estratégica y capacidad para tomar decisiones más allá del corto plazo; líderes con capacidad para asumir riesgos y no dejarse seducir por las presiones de los acreedores. Lo contrario no traerá más que el agravamiento de los problemas y el crecimiento exponencial de los enormes costes sociales que está teniendo la actual gestión de la crisis.

La prima de riesgo española, que alcanzó los 370 puntos aunque más tarde cayó, ya se encuentra por encima de los 300 puntos. Lo peor es que según informaron ayer, el lunes en el mercado londinense no había una sola orden de compra de deuda española; el miedo es contagioso. De todas formas, la amenaza real de bancarrota llegará cuando se sobrepasen los 450 puntos. Una vez que se supere esa cantidad de manera constante, las cámaras de compensación europeas, que son las que registran, casan y garantizan las transacciones, empezarán a pedir garantías adicionales para las operaciones con deuda española. A partir de ese punto, el Estado español y los bancos sólo podrán conseguir liquidez con fondos del FMI o de la Unión Europea.

El Estado español se acerca cada vez más a ese punto de no retorno que por contigüidad afectará a Euskal Herria, aunque aquí la situación económica no sea tan grave. Este pequeño país tiene que seguir marcando la diferencia para que no nos arrastren al desastre.

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